"La fuente de las mariposas" Acudiendo al diccionario de la Real Academia Española, podemos saber que "trabajo" viene del latín "tripalium", que significaba literalmente "tres palos" y era un ...
"La fuente de las mariposas"
Acudiendo al diccionario de la Real Academia Española, podemos saber que "trabajo" viene del latín "tripalium", que significaba literalmente "tres palos" y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba a los esclavos. Mediante una evolución metonímica, el término "trabajo" adquirió el sentido de "penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz". Es decir, este nombre pasó de designar un instrumento de tortura a referirse a uno de los efectos de la tortura: el sufrimiento.
Si el sufrimiento lleva unida una retribución económica, ya está aquí nuestro actual concepto de trabajo. Se trata nuevamente de una evolución de índole metonímica, pues para algunos, quizás para muchos, no es mi caso, el sufrimiento está presente en cualquiera de las actividades con las que nos ganamos el pan. Pensemos, sin ir más lejos, en los trabajos tradicionales del campo. Para quienes quieran darle esa visión de sufrimiento al trabajo no les faltarán, según con qué ojos lo miren, ejemplos. Cualquiera que haya vendimiado sabe lo que es el dolor de riñones, helarse por la mañana, sudar al mediodía, mojarse cuando llueve?
Pero, paso a analizar y comentar las distintas acepciones que establece la Real Academia Española de la palabra "trabajo". La primera: ocuparse en cualquier actividad física o intelectual, y pone como ejemplo "trabajar en la tesis doctoral". La segunda acepción es la de "tener una ocupación remunerada en una empresa, una institución". Una tercera refiera trabajo a "ejercer determinada profesión u oficio", periodista o jardinero nos presenta como ejemplos.
Voy a obviar las que no se refieren a acciones realizadas por personas, así que salto a la séptima acepción: "intentar conseguir algo, generalmente con esfuerzo", y pone como ejemplo trabajar por la paz.
La décima acepción que nuestro diccionario le da a la palabra trabajo es la de "aplicarse o dedicarse con esfuerzo a la realización de algo" y la décimocuarta "tratar de influir en alguien para lograr lo que se desea de él". Para situarles bien, el ejemplo que pone la Real Academia es "trabajó a su marido para hacerle cambiar de opinión" o "trabajarse a un cliente".
Como podemos comprobar, no todas las acepciones que la Real Academia Española le da a la palabra "trabajo" conllevan una acción necesariamente penosa ni expresamente remunerada. Pero, en cualquier caso, nunca me ha gustado utilizar la palabra "trabajo" para las actividades que he realizado, fueran pesadas o no y/o fueran remuneradas o no. La gran mayoría de las cosas que he hecho las he realizado con gusto, con entusiasmo y, generalmente, sin preocuparme algo, poco o mucho de recibir una remuneración económica.
Por tanto, según qué aceptación se use o mentalidad se tenga, correcta podría ser la afirmación que muchos se preocupan en atribuirme de que no he trabajado mucho. Por el contrario, para nada acepto la otra de que siempre he vivido del cuento.
Lorenzo Lemaur Santana
Concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Arrecife