Tormenta Tropical

Debo a la funesta concurrencia de una insólita tormenta tropical, descarriada de sus habituales lares caribeños, y a la mas que cuestionable precariedad de medios y falta de previsión de una empresa suministradora de energía ...

5 de diciembre de 2005 (21:24 CET)

Debo a la funesta concurrencia de una insólita tormenta tropical, descarriada de sus habituales lares caribeños, y a la mas que cuestionable precariedad de medios y falta de previsión de una empresa suministradora de energía eléctrica, el haber regresado durantes bastantes horas nocturnas -amen de otras contingencias domesticas diurnas, sumamente incómodas y costosas- a los ya lejanos tiempos de una adolescencia afanosa por recorrer mundos y aventuras que las circunstancia de aquellos aciagos años

de penuria de medios y libertades obligaban a buscar en la lectura de los escasos libros y colorines entonces disponibles.

Esta incursión en los mágicos mundos encerrados en aquellas páginas era llevada a cabo con la menesterosa ayuda de cabos de vela y a escondidas de la vigilancia paterna. El gasto superfluo de energía eléctrica era un

escollo difícil de salvar para las economías y los medios de entonces. Eran tiempos de grisalla y estrecheces, hoy felizmente periclitados, pero transitoriamente resucitados por obra y gracia de una temporal y los daños causados por este en unas líneas de transporte de energía que imagino, a la vista de lo sucedido, un tanto obsolescentes.

Nuestra sociedad esta ya navegando en franquía por el siglo XXI, pero tal parece que nos hallemos en una ínsula barataria, a la que algunos políticos, tal vez en un exceso de optimismo poco fundamentado, han definido como

integrante de un eje transinsular y plataforma intercontinental.

Muchos blasones se me antojan esos para la actual precariedad de medios y escasa capacidad de respuesta frente a los embates de la naturaleza desatada de cuyos terribles zarpazos hemos tenido cumplida presencia en escasos tres años. Muchas cosas se llevó por delante la condenada tormentita "Delta", incluida una irreparable vida humana y el simbólico Dedo de Dios. Resulta pues de rigor la inmediata aparición de la relación de causa-efecto: el personal ya está empezando a irritarse ante flagrantes inepcias e inadmisibles dejadeces. Estoy seguro de que al escribir estas líneas me hago eco de la justa indignación de centenares de miles de personas que han

pasado por un verdadero calvario desde el atardecer del pasado 28 de noviembre -auténtico dies irae- hasta la fecha. Menos palabrería oportunista, manos a la obra y que cada palo aguante su vela, que 2007 esta cada vez más cerca.

J. J. Lavín

Tenerife

LO MAS LEÍDO