Me debo a Lanzarote. He nacido en esta tierra, la llevo en mis entrañas, la disfruto, la siento, me duele. Yo, por Lanzarote, jamás me rindo. Por ella lucho hasta el final, me enfrento a los que no la escuchan, a los que no le prestan la atención que se merecen, a los que la ignoran. Yo, por mi isla, no contemplo echarme a un lado, me niego a quedarme al margen.
Sigo pensando lo mismo que pensaba hace medio año, cuando se acercaba el 20D: Lanzarote necesita tener voz en Madrid y sólo la conseguirá si Coalición Canaria logra representación en las Cortes. Por eso quiero ocupar mi silla en el Senado: para exigir que se satisfagan las numerosas demandas que tiene mi isla, para hablar hasta quedarme afónico por aquellos lanzaroteños a los que no se les oye.
Cuando se trata de luchar por Lanzarote, no conozco el desánimo. No sé qué es el cansancio. Día a día, desempeño mis numerosas funciones como alcalde de Haría: trabajo duramente por ofrecer más y mejores servicios, por adecentar sus calles, por incrementar sus espacios educativos, sanitarios y de ocio. Me reúno con los vecinos, escucho sus inquietudes, me preocupo por su bienestar.
Pero no puedo evitar mirar más allá de mi hermoso municipio. Observo el resto de la isla y reflexiono sobre qué puedo hacer para que sus habitantes sean más felices, para que aumente su calidad de vida. Ésa fue mi principal motivación como consejero de Servicios Sociales del Cabildo. Fue entonces cuando establecí la prioridad de atender a aquéllos que tienen más necesidades para que reinara la igualdad entre los habitantes de mi tierra, independientemente de sus ingresos económicos, de su pasado, de sus circunstancias, de sus enfermedades, de sus errores. Todo el mundo merece vivir la mejor vida posible, estar acompañado, recibir el tratamiento que necesita, obtener la educación que precisa, gozar de una segunda oportunidad. Por todo ello luché junto con un gran equipo de profesionales entregados. Y entre todos logramos que Lanzarote se situara a la vanguardia de los servicios sociales en las ocho islas canarias.
Esto es lo que quiero seguir haciendo: no sólo imaginarme una Lanzarote mejor, sino conseguirlo, cueste el esfuerzo que cueste. Sé que no es fácil lo que me propongo, pero también sé que no estoy solo: represento a miles de lanzaroteños que también están convencidos de que tenemos mucho que decir en Madrid, que saben que hay demasiadas cosas todavía que demandar. Miles de lanzaroteños que son conscientes de que sólo un partido nacionalista libre de las cadenas que enmudecen a las formaciones estatales y que sólo tenga Canarias en mente podrá conseguir que se nos respete.
Se acercan las segundas elecciones en apena seis meses. Entiendo el desencanto, el hastío ciudadano, pero éste se compensa con las ganas de los que queremos luchar por nuestros derechos, por lo que nos corresponde, por los intereses de todos. Queremos contagiar nuestra fuerza, queremos demostrar que para nosotros la ilusión sigue intacta, que seguimos convencidos de que Coalición Canaria es el único partido por el que se puede optar si queremos que las islas tengan presencia real en Madrid. El cansancio no hace mella en nosotros. Yo, por Lanzarote, jamás me rindo.
Marci Acuña, candidato al Senado por Coalición Canaria Lanzarote