Pepe Juan es un superviviente, de eso no cabe duda. Haber aguantado tantos años ahí, al pie del cañón, en un contexto tan competitivo y traicionero, es raro y tiene mucho mérito. Otros aparentemente más capaces se quedaron por el camino o tuvieron que retirarse de la primera línea. Pero él no. Y eso que ha estado metido en todo tipo de asuntos turbios, en el punto de mira de enemigos internos y externos.
¿Cómo lo ha conseguido? ¿Cuál es su secreto? Creo que vale la pena analizarlo.
Para mí la clave de su éxito reside en una combinación, poco habitual, que ha de tener en cuenta cualquiera que pretenda hacer carrera en un partido político, sea el PSOE u otro: Fidelidad al partido y a la jerarquía, ambición contenida y alianzas estratégicas fuera de la organización.
Fidelidad al partido y a la jerarquía. Pepe Juan es un hombre de partido, lo señalan incluso sus enemigos como una de sus mayores virtudes. ¿En qué consiste esto? Muy fácil, en medir muy bien cada una de tus palabras para que nunca parezca que criticas a compañeros o a la organización. Si ves algo que no te gusta, te callas; Si alguien hace algo que consideras reprochable, te callas; Si escuchas que alguien hizo algo que no debía, lo entierras o lo guardas para cuando lo puedas usar en tu beneficio. Es un poco como lo de los tres monos: no ver lo que no interesa ver, no escuchar lo que no interesa escuchar y no decir lo que no interesa decir. Como mucho, puedes expresar alguna que otra discrepancia en privado o en reuniones internas, pero midiendo muy bien contra quien te posicionas. La verdad o lo éticamente correcto es lo de menos, lo relevante son las alianzas, saber elegir a quien quieres de amigo y acumular todos los aliados posibles, aunque eso te obligue a decir a cada cual lo que quiera escuchar, mintiendo o contradiciéndote.
Lean a Maquiavelo, él explicó cómo funcionaba esto. Aunque sinceramente no creo que Pepe Juan lo haya estudiado, son cosas que a algunos les sale de forma natural cuando ven cómo funciona el tema, de sentido común… siempre y cuando no tengas demasiados escrúpulos morales, claro, en ese caso lo tienes crudo.
Pero esto, siendo importante, no es suficiente. Carlos Espino también es un hombre de partido, con miramiento escrupuloso a los principios enumerados, pero no llegó tan lejos ni aguantó los embates de la primera línea. Hace falta más para durar tanto como un Pepe Juan.
Ambición contenida. Pepe Juan conoce sus límites y sabe hasta dónde puede llegar sin tensar la cuerda más de la cuenta. Logró mucho más de lo que hubiera podido soñar alguien con sus características, y se mantuvo ahí, sin aspirar a mucho más, porque sabía qué guerras podía ganar y cuales no. Cuando un político contiene su ambición y se conforma con lo logrado no necesita arriesgarse, no tiene que embarcarse en luchas inciertas, puede nadar y guardar la ropa, llevarse razonablemente bien con todo el mundo, en todo momento.
Pero esto tampoco es suficiente. Hace falta todavía más.
Alianzas estratégicas fuera del partido. A nadie se le oculta que Pepe Juan siempre ha sido uno de los chicos buenos del empresariado turístico lanzaroteño. Su hombre en la fuerza política que más tiempo ha gobernado en Lanzarote, siendo alcalde durante lustros en el municipio turístico por antonomasia: Tías. Sin esas alianzas, Pepe Juan jamás habría llegado hasta donde llegó, ni se habría mantenido ahí. A través de ellas consiguió poder, dinero y cierto respeto mediático. Tambien es verdad que esas amistades pudieron ser su perdición, si él no hubiera tenido en cuenta alguno de los dos puntos enumerados anteriormente. Si no hubiera sido un hombre de partido o si no hubiera contenido su ambición, hace mucho que habría caído en desgracia. Pero sí tuvo en cuenta todo esto. Y esta rara combinación es la que, desde mi punto de vista, le ha permitido sobrevivir.
Por Fernando Marcet