El Hospital Insular agoniza en sus últimos tiempos, cansado de escuchar palabras como referente, geriatría, servicios asistenciales y un largo etcétera que
suena a pasado, como si las palabras pudieran salvarlo de una muerte segura. Pero la única palabra que puede salvarlo es renovación, y para eso hacen falta otras: voluntad, presente y futuro.
En su 75 aniversario, el hospital cierra los ojos, pero sigue oyendo, como un eco constante: no es funcional, no cumple, y la peor de todas, no hay presupuesto. Así, poco a poco, le han soltado la mano, dejándolo ir, como si quisieran que desaparezca sin dejar rastro, que nadie recuerde que un día este hospital existió.
Sé que mi voz es solo una gota de agua, pero si nos unimos todos, podemos llegar a ser un océano. Y quizás, solo quizás, alguien nos escuche y se pregunte: ¿por qué no? Podemos remar juntos y conseguir un hospital más fuerte, más digno, y que siga siendo, como hasta ahora, el hospital de todos nuestros mayores. Porque Lanzarote se lo merece. Porque nuestros mayores se lo merecen.









