Lorenzo Lemaur Santana
(Documentalista: Cristina Marrero Morín, Licenciada en Filología Hispánica)
Con Cristina (en funciones de amiga y de documentalista) me puse de acuerdo para recorrer Arrecife para ver las hogueras de San Juan. Se unió a la expedición Natacha, también amiga y compañera de la Asociación de Vecinos de Titerroy. Me vestí con ropa vieja, bloc de notas y bolígrafo en el bolsillo y salgo de casa, sobre las 8 de la tarde. Quería dar antes un paseo a pie por Titerroy a ver donde, en mi barrio, los chicos habían montada hogueras.
Recordando cuando con mis amigos, de joven, quemábamos nuestras hoguera, tiré hacia detrás de mi casa. Me dirigí hacia las 100 viviendas, las de la calle Luis Braile, allí, Jorgito con otros 4 ó 5 amigos de la barriada, pelaban piñas para su asadero particular, también me dijo Jorgito que asarían sardinas, aunque yo no las vi, ni las olí. Les comenté que las piñas me parecían muy tiernas pero Jorgito, rápido, me replicó que las mojarían en agua salada y que envueltas en platina quedarían ricas. Pero bueno, ellos saben. También me dijo Jorgito que se sentaría a ver arder la hoguera de Maneje, situada justo cruzando la carretera de circunvalación, en el descampado frente a la calle Los Andes.
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e camino a las 100 viviendas pasé por el solar de entre las calles Ciudad Real y El Rafael; allí, dos pivitos, muy bien sentados en un sofá viejo, guardaban su hoguera, bastante grande por cierto. A mi pregunta respondieron: "a las doce". A esa hora la encendieron. Jorgito me dijo luego que no le gustaba, no le entendí muy bien el motivo, "prefiero ver esa, (me dijo señalando hacia la de Maneje), aquí tranquilito".
Respondiendo a la invitación del compañero Pastoriza, justo a las 10 de la noche, nos fuimos al asadero de las fiestas patronales de Los Alonso, San Juan. El llegar, en el coche de Cristina, encontramos aparcamiento justo enfrente del Centro Sociocultural, como si estuviera reservado para nosotros. Entramos y allí, entre un montón de gente, estaba la Alcaldesa, María Isabel Déniz, con otros 3 concejales de su grupo. También estaba Blas Cedrés, presidente de Altavista, y Mariló, presidenta de Tinasoria. Habíamos quedado en ir a apoyar a nuestro compañero Pastoriza, presidente de Los Alonso. Lo vi muy contento. Todo le estaba saliendo bien. Todos, unos y otros, bailaban, al ritmo de un grupito que amenizaba, o comían su chuleta. Fiesta, sí, ambiente de fiesta. Nosotros, los tres, también nos comimos nuestra chuleta de rigor.
Al salir del Centro Sociocultural de Los Alonso, donde tenía lugar el asadero, vi a "El Sargo" -a quien antes ya había visto con Jorgito en las 100 viviendas- que organizaba a unos chicos. Más tarde, cuando volvimos a las 100 viviendas, como le había prometido a Jorgito, este me dijo que"El Sargo", que vive en Los Alonso, era allí"el jefe, el que enciende la hoguera".
De Los Alonso nos fuimos al barrio de Tenorio. Desde lejos, según salíamos de la calle José Alonso (primer habitante del barrio que le da nombre al mismo) vimos una hoguera grande, situada frente a la calle Guipúzcoa. Al llegar pudimos ver a gente en las fachadas de las casas, sentadas en sus sillas y mesas, con sus comistrajes, miraban a las hogueras. Además, un montón de coches aparcaban en la zona. Buen ambiente, en un garaje, otro grupito tenía hasta música. Cuando pasábamos el olor a sardinas asadas era tan intenso que Cristina me ordena "eso también", para que lo escribiera en mi bloc de notas. Mogollón de gente que nos miraron extrañados con cara de ¿qué hace esta gente aquí? Al salir del barrio hacia la calle León y Castillo, alguien, con una cámara grababa la hoguera. Tenía pinta de ser un profesional.
Eran las 11 de la noche, cuando también en Tenorio, frente a la calle Bilbao, un grupo de gente miraba su pequeña fogata, mientras faenaban en su mesa de comistrajes. Nos paramos para tomar nota y se también nos miraron con cara de ¿quiénes son esos? Una señora, desde su ventana, también miraba el fuego.
Siguiendo la ruta pasamos por Tinasoria, donde su hoguera, situada al lado de la cancha, entre las dos barriadas,aún no estaba encendida, chiquillos y jóvenes apresurados cargaban aún maderas. Seguido pasamos por Altavista, allí, en la zona alta, frente a la calle Temisas otra ya ardía, pequeña, y con su típico asadero. En la zona baja de esa misma calle una más grande también ardía. Por el camino vimos otras muchas hogueras pequeñas, por ejemplo por la calle La Joaquina, ya en Titerroy, aún sin ser las doce de la noche. La de la calle Ciudad Real aún no había sido prendida, claro, a las doce, ya lo dejaron claro los guardianes. Sí ardía otra pequeña a su lado, y mucha gente expectante por los alrededores, en la calle José Pereyra y por la plaza de Los Geranios.
Sin salir de Titerroy aún vimos otras dos hogueras, en la zona de los cuarteles, una frente a Lanzafrut y la otra en el solar frente a la calle Félix Pérez Camacho. Seguimos la ruta hacia San Francisco Javier. Nada más entrar, en la calle Carlos V, una pequeña con su asadero y luego, dentro del barrio, vimos, al menos, otras dos, también con sus respectivos asaderos familiares. Otras dos buenas hogueras ya ardían en Las Salinas, frente a la calle Garajonay.
Pero la grande, la más grande, la más concurrida, era la situada en La Vega, debajo del instituto César Manrique, a un lado de la calle Triana, hacia San Francisco Javier. Todo muy bien organizado, bien vallada, por seguridad, con fuegos artificiales que fueron lanzados 10 minutos antes de las 12 de la noche, como aviso de que pronto sería encendida, y con un comistrajes de lujo para los organizadores, que, según más tarde me confirmaba Cristina, era la murga Los Gorfines. A las 12 en punto de la noche una traca avisa de que le prenderían fuego. A esa hora ya se había concentrado mucha gente, familias enteras, muchos coches, tanto que parecía que fuéramos a ver los fuegos de San Ginés; bueno, la verdad es que no tanto pero sí bastante gente. Cristina y yo nos sorprendimos, pero Natacha ya sabía de ello. La hoguera tenía unos 9 metros de altura, hecha fundamentalmente de palés, por lo que ardió con gusto.
Mientras la veíamos, nos llamó la atención un gran resplandor, mirando hacia Argana Baja, presumimos que en las Maretas otra gran hoguera se había encendido. Mientras, en apenas 2 minutos, todo aquel descampado de La Vega se había iluminado y en ese momento, unos 30 integrantes de la organización se hacen una foto para el recuerdo, cuando el fuego estaba en su apogeo. Pasados unos 7 minutos se notaba el calor en los alrededores, incluso en la zona alta, donde estábamos nosotros, de donde venía el viento, todo rodeado de gente y de coches.
Familias sentadas, con niños, viendo muy atentos el fuego, de todo Arrecife, aunque muchos pude reconocer de los alrededores. En 10 minutos la más grande de las hogueras de San Juan en Arrecife ya fue derrumbándose y la gente empezó a desfilar, poco a poco pero de forma contagiosa. Los coches también. Hasta tres ambulancias pudimos ver por la zona. Precaución. Más tarde vimos también circular un furgón de Protección Civil. A las doce y veinte se nos fue el coche sobre el que nos habíamos apoyado para ver más cómodos la hoguera, así que arrancamos. Por cierto, chiquito atasco para salir de la zona. Lo dicho, muchos coches.
Por debajo del túnel nos fuimos hacia Argana Baja, nos había llamado la atención la fogalera que presumíamos en las Maretas. Efectivamente, allí, aun siendo casi las doce y media, se adivinaba que fue grande. Enfrente, un grupo de vecinos con el típico asadero, del que por cierto nos llegaba, al pasar, el inconfundible olor a sardinas.
Luego para Titerroy de nuevo, para irnos a Maneje, queríamos ver la misma hoguera que Jorgito, si no me engañó, miraba mientras se comía su piña asada. Por el camino, en la calle Félix Pérez Camacho, frente a una de las dos que ya citamos, vimos bastante gente en la calle, sentados con sus mesitas y su cena al aire libre. Subimos seguido hacia Maneje y, efectivamente, aún Jorgito estaba en al trasera de las 100 viviendas con sus coleguillas. La hoguera de Maneje, frente a la calle Los Andes, congregaba a muchos vecinos, incluso habían puesto en la calle un disco de precaución. Muy bien. Saliendo del barrio fue cuando nos cruzamos con el furgón de Protección Civil, cuando nos íbamos hacia Argana Alta. Subiendo por la calle Tenderete, a la izquierda, frente a la calle Torriani, otra hoguera y de nuevo olor a sardinas asadas. ¡Qué rico! Otra más vimos frente al campo de fútbol. También, en la parte alta del barrio prendían varias pequeñas, arriba del todo, frente a la calle Virgen de las Nieves. Como siempre, un grupito, en este caso jóvenes, con su tinglado montado. Algunas hogueras más vimos por Argana Alta.
Dimos por acabada la excusión y tiramos para El Reducto, a ver qué ambiente había. Poca cosa, algunos, pocos, bañándose y otros pocos mirando, casi nadie paseando. Nada nos llamó especialmente la atención así que seguimos hacia Valterra. Vimos por el camino, por donde el Charco de San Ginés, frente al bar de Ginory, otra hoguera grande. Luego, en el barrio marinero por excelencia, otra. Por los restos a esas horas, pasada la una, debió ser bastante grande. Estaba a un lado de la Medular, donde el antiguo campo de fútbol. A Cristina le sorprendió, le gustó tanto que exclamó: "¡parece un volcán!", y se repitió algunas veces.
Decidimos, ya sí, dar por concluido el paseo e irnos a tomar algo a la Cervecería. De camino, al pasar por delante de la Rocar, vimos El Charco precioso, pero ni un alma. A la una y media acabamos la faena y nos sentamos a tomar algo. Yo también comí algo, lo único que tenían, poco, porque Cristina que había dicho no querer al final se animó y me dejó a medias. Bueno, a ella se lo permito. Mientras comía, rápido para que Cristina no acabara con todo el jamón, comentamos no haber apreciado nada de los ritos tan comentados a cerca de las hogueras de San Juan, claro que eso fue en Arrecife, no sé como sería en el resto de la isla, sin dejar de considerar que mucha gente de Arrecife se fue a asaderos fuera del municipio.
Luego, por la mañana, Arrecife estaba casi desierto. Por ser gráfico, en la Calle Real no abrió ni la Cafetería San Francisco, aunque sí algún despistado, por llamarlo benévolamente.