Fitur y el ocio que se atraganta

Lanzarote ha empezado con fuerza en la reciente inauguración de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) 2006. Eso al menos es lo que se ha comentado en los medios de comunicación, pero eso es también lo que nuestros representantes ...

30 de enero de 2006 (15:21 CET)

Lanzarote ha empezado con fuerza en la reciente inauguración de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) 2006. Eso al menos es lo que se ha comentado en los medios de comunicación, pero eso es también lo que nuestros representantes ...

Lanzarote ha empezado con fuerza en la reciente inauguración de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) 2006. Eso al menos es lo que se ha comentado en los medios de comunicación, pero eso es también lo que nuestros representantes públicos nos venden cada año, cada vez que una amplia comitiva formada por miembros de la clase política, turística y empresarial, se desplazan gustosamente hasta la capital de España para pasar una semana intentando mostrar las magníficas cualidades de la Isla.

Eso sí, al igual que pasa con las dietas de los parlamentarios cada vez que viajan hasta Tenerife, a nuestros comisionados no les suele faltar de nada en este tipo de incursiones del llamado fomento turístico. Que si sufragio de desplazamientos por aquí, que si costes de almuerzos por allí, pago de pernoctaciones, transporte, ... Sería bueno saber con exactitud cuánto invirtió en la anterior edición de Fitur el Patronato de Turismo del Cabildo de Lanzarote. Estaría bien para que los ciudadanos de la Isla pudieran hacerse una idea más o menos clara del montante que se gasta cada mes de enero de las arcas públicas por esta importante vía de promoción turística, y analizar así los beneficios que, gracias a los acuerdos empresariales que se producen cada año en la feria más importante del turismo, se lleva Lanzarote y su turismo al final como resultado de toda este berenjenal.

Es indudable que en este tipo de ferias se reúnen todos los touroperadores y profesionales del turismo, y que son eventos a los que hay que acudir obligatoriamente para que se conozca el destino pero, ¿no supone un gasto excesivo para el rendimiento que se saca? ¿ No serían mejores las promociones directas a través de publicidad insertada en medios de comunicación nacionales e internacionales?

El ocio que se atraganta

La presidenta del Cabildo, Inés Rojas, ha asegurado que Lanzarote está en Fitur "para ampliar esa oferta de sol y playa" con la que la Isla adolece claramente desde hace años de infraestructuras. Hace años que venimos escuchando eso de promover campos de golf, parques temáticos, oferta cultural, deportes náuticos, centros de ocio, ... pero nada. Lo de aunar la oferta complementaria con el desarrollo sostenible de la Isla parece una auténtica quimera, un quiero y no puedo. Mientras desde un sector que vigila atentamente se abalanzan contra el que supuestamente quiere hacerse rico a costa de estas nuevas iniciativas, desde otros ámbitos se pone el grito en el cielo, legado de César Manrique en mano, que Lanzarote acabará saturándose y pudriéndose turísticamente como el sur de Gran Canaria. Unos por otros, y la casa sin barrer.

No acabamos de entender la satanización de los campos de golf. Salvado el consumo de agua, no tan crítico si se potabiliza el agua del mar, un campo de golf no deja de ser un área con muchas hectáreas de tierra verde, arbolada y bien conservada, donde el bloque y el hormigón no podrán proseguir su avance siempre y cuando se controlen las urbanizaciones aledañas y se obliguen a los promotores con la miel en los labios a hacer sólo proyectos urbanísticos colindantes de baja intensidad constructiva.

La existencia de ese plus para el turista no sólo es una garantía para atraer visitantes de alto poder adquisitivo, sino una oportunidad para los residentes de mejorar sus entornos vitales.

En el primer aspecto, es sorprendente que los "knackers" británicos, quienes en su país tienen tanta educación y el mismo estrato que los canis en España, no sólo critiquen los precios de nuestros bares y restaurantes, que visitan rara vez durante su "monoestancia" en el hotel, sino que encima protagonicen una noche sí y otra también movidas violentas, muchas veces familiares, en las que terminan implicando incluso a recepcionistas que, sin comerlo ni beberlo, se ven obligados a hacer de traductores para la Guardia CIvil a las tantas de la madrugada.

En cuanto al segundo aspecto, la calidad de los propios residentes mejoraría notablemente con más opciones para el ocio, siempre y cuando, y hay que subrayarlo, no se pongan en peligro los valores de Lanzarote, y que las alternativas al sol y playa no supongan el aprovechamiento del interés personal de unos pocos.

Luego, garantizando la ausencia de especulación inmobiliaria, ¿campos de golf? ...que haya varios y que sean mejores que los de otros lugares competidores.

Conocidos el paisaje, el carácter de su gente y las costumbres de la Isla, es hora de dar un salto cualitativo y abandonar la época del postmodernismo del escepticismo turístico con que la Isla se paralizó tras la década del boom, y en la que Lanzarote, hoy, por hoy, sigue anclada a pesar de acudir cada año a Fitur y levantar nuevas esperanzas que, pese a quien le pese, terminan desvaneciéndose como siempre con las estadísticas de ocupación y gasto turístico.

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