A favor de más inmigración hispanoamericana

28 de enero de 2024 (09:46 CET)

Hoy en día, entre otros choques ideológicos, hay un enfrentamiento claro entre los decrecentistas de izquierdas y los verdaderos amantes del progreso y la libertad, aquellos que saben que en términos generales el crecimiento económico trae mayor riqueza, mayor esperanza de vida y mejoras y oportunidades para todos.

Los decrecentistas, que en definitiva no dejan de ser la enésima mutación de los comunistas de toda la vida, serían felices volviendo a como era el mundo hace 60 años. Su felicidad sería que Lanzarote volviera a ser pobre, que volviéramos a beber agua de los charcos como hacían nuestros abuelos en esta sedienta tierra. Cualquier nuevo ladrillo, carretera, hotel o tienda es su mayor pesadilla. Y ya no digamos como les molesta el incremento de población.

Frente a quienes proponemos una Lanzarote abierta al mundo, próspera, dinámica, cosmopolita, que acoge cálidamente a quienes vienen a ganarse el pan aquí con su honrado trabajo, los decrecentistas en el fondo no son más que xenófobos y racistas que sólo quieren un mundo blanco a la antigua usanza. 

¿Saben por qué a la izquierda le molesta que haya tantos inmigrantes latinoamericanos? Porque esos inmigrantes vienen de países donde las dictaduras y democracias fallidas de izquierda han fracasado. Saben que no pueden encontrar votantes entre los cubanos, los venezolanos o los argentinos que llegan a nuestra tierra, porque han visto con sus ojos que todas las recetas de extrema izquierda siempre acaban en desastre. Así que solo rascan votos entre algunas capas de resentidos y que creen que otros han venido a robarle el trabajo y las casas. 

Amigos decrecentistas, lo siento pero no hay vuelta de hoja. La Lanzarote del pasado ya murió. El siglo XXI es el gran siglo de los mestizajes, del cosmopolitismo, del éxito de la libertad y la tecnología propiciada por el capitalismo.

Tenemos la gran suerte de que la inmigración hispanoamericana es inmigración que habla nuestro mismo idioma y traen rasgos culturales comunes. Gente amable, cálida, simpática, con la que puedes empatizar enseguida. Sin ellos Lanzarote se vendría abajo en menos de un segundo. Porque son ellos quienes están sosteniendo el sistema, quienes están arrimando el hombro en muchos trabajos duros que nadie más quiere hacer o simplemente porque nuestra tasa de natalidad está estancada.

Mientras muchos decrecentistas viven de paguitas y del cuento, nuestros hermanos hispanoamericanos han venido a sudar y por eso tienen mis respetos. Lanzarote no pertenece al que nació aquí, sino al que lucha cada día por labrarse una vida mejor en esta tierra y con ello mejorar la vida de todos nosotros. Gracias.

 

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