Remedios contra la crisis

La crisis económica que la inmensa mayoría de los mortales siente en sus bolsillos es el cúmulo de un conjunto de factores cíclicos, financieros y de confianza económica de indudable procedencia internacional que, unidos al ...

4 de julio de 2008 (06:25 CET)

La crisis económica que la inmensa mayoría de los mortales siente en sus bolsillos es el cúmulo de un conjunto de factores cíclicos, financieros y de confianza económica de indudable procedencia internacional que, unidos al ...

La crisis económica que la inmensa mayoría de los mortales siente en sus bolsillos es el cúmulo de un conjunto de factores cíclicos, financieros y de confianza económica de indudable procedencia internacional que, unidos al efecto del desmadre urbanístico nacional, nos colocan en la situación actual.

Nuestra dependencia del sector turístico y el cierre del grifo prestamista por parte de las entidades financieras son la manera más directa de importar dicha crisis, que en sitios turísticos se instala con mayor profundidad.

Pero nuestro aislamiento geográfico también permite minimizar sus efectos y es que, en un territorio tan pequeño, el efecto psicológico también juega un papel clave.

Si a consecuencia de un contexto menos favorable todas las empresas retrasan pagos, abandonan inversiones, entran en una honda fase de depresión, están contribuyendo sin darse cuenta a ahondar esa crisis. Y si bien hay sectores como el inmobiliario, construcción y otros muy ligados al consumo de bienes de alto precio que invariablemente sufren un gran parón de negocio, hay otros que no tienen porqué padecerlo tanto. Muy al contrario, las dificultades también traen aparejadas reconversiones necesarias, oportunidades de compra y nuevos nichos de negocio.

Mención especial merecen las administraciones públicas, que tanto pueden contribuir a "dar juego" al tejido empresarial local. Un ejemplo, la Feria del Saldo. Más allá de esta interesante iniciativa, la nada absoluta. Y ahora que el único reducto para el sector de la construcción podía ser la obra pública y la rehabilitación de viviendas, la sola contribución del Ayuntamiento de Arrecife es paralizar un Plan General que tanto podía ayudar en este sentido, máxime con las enormes carencias que la ciudad acarrea. Lo más sorprendente es el conformismo general con el endémico estancamiento que sufre la capital de la isla.

Parece necesario y exigible que la clase política asuma su responsabilidad en suministrar un poco de aire al tejido empresarial local y que éste también se esmere en la construcción conjunta de un clima económico de confianza

Y ante la crisis, un remedio que funciona para todos: trabajar más y mejor que nunca.

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