Josep Esteve Rico Sogorb
Escritor y periodista
Hay dudas que ofenden. La posibilidad que suavemente planteó el presidente español de una soberanía compartida de Ceuta y Melilla con Marruecos fue improcedente e inoportuna. Indigna y ofensiva, que, lejos de apaciguar los humillados ánimos y sentimientos de ceutíes y melillenses, los ha agravado. Asi, Zapatero jugó con el ardor patrio de ambas ciudades autonómas échandole más leña al fuego. Su respuesta pudo esconder intencionalidad subliminal, escaso conocimiento de la realidad social de Ceuta y Melilla o poca inteligencia político-diplomática. Juzguen ustedes.
Y suman trece. Una más. A la reiterada y vieja petición de marroquinidad desde hace años por parte del reino alauita, ahora se le une la posibilidad de soberanía compartida con Marruecos. Lo que faltaba. Más madera. Como si a la pólvora le agregamos dinamita. El resultado sería un explosivo más potente para terminar de agravar las cosas. La reinvindicación marroquinista unida y la soberanía compartida - si se hiciera realidad, esperemos que no- supondrían la entrega y cesión total, la renuncia y el abandono de la identidad propia española -ceutí y mellillense-. de ambas ciudades autónomas. Un tiro bajo la línea de flotación de ese barco que llamamos Constitución. Un atentado o ataque a los mismísimos estatutos de autonomía de Ceuta y Melilla;a los derechos de sus ciudadanos, a su honor, a su historia y a los sentimientos cívicos.
El caso de Ceuta y Melilla no es comparable con la propuesta de estado libre asociado o soberanía compartida de Ibarretxe. No vale ni sirve y la realidad ceuti-melillense es muy distinta a la situación vasca. Ni sus factores ni los protagonistas son idénticos. Por eso, la soberanía compartida -ni siquiera hablando por hablar- sería adecuada. Es un disparate. Además, es innegociable, y menos aún con Marruecos. La españolidad de ambas ciudades, demostrada con creces y sentida unánimemente por sus habitantes, es indiscutible e incuestionable porque sus antepasados decidieron en consulta popular por votación a mano alzada ser españoles, al contrario que las demás regiones -hoy autonomías-, resultado de bodas reales, guerras, conquistas o anexiones.
Zapatero debería retractarse públicamente de su desafortunada alusión a la soberanía compartida disculpándose con ceutíes y melillenses y prometer para tranquilidad de éstos, que su Gobierno no la llevará a cabo. Igualmente tendría que plantear queja formal ante Marruecos por esos muertos a tiros cuyos testigos y pruebas policiales señalan a la policía marroquí. Toda una violación a los Derechos Humanos, habitual en el reino alauita. Así que, ¿soberanía compartida? No, gracias. De eso, nada. Y puestos a apurar, hipotéticamente, Ceuta y Melilla, antes cantones independientes que marroquíes. No lo olvides Zapatero.