El Camino del Norte entre Bilbao y Santander: una ruta de costa, cultura y descubrimiento interior

Más allá de la meta en Compostela, el Camino de Santiago ofrece tramos inolvidables como el que une la capital vizcaína con la cántabra. Una semana de senderismo entre acantilados, aldeas históricas y paisajes que invitan al silencio

31 de julio de 2025 (10:47 WEST)
Actualizado el 4 de agosto de 2025 (07:57 WEST)
Escultura en honor al Camino de Santiago

Hay caminos que se recorren con los pies, y otros que se graban en la memoria. El Camino de Santiago desde Bilbao a Santander es ambos. Situado en el trazado del llamado Camino del Norte, este tramo es cada vez más elegido por quienes desean vivir la experiencia jacobea con un componente más íntimo, menos masificado y con el paisaje salvaje del norte como telón de fondo.

Desde la modernidad urbana de Bilbao hasta la elegancia marinera de Santander, pasando por pueblos como Castro Urdiales, Laredo, Santoña o Güemes, esta ruta de poco más de 110 kilómetros se revela como una joya para caminantes que buscan un equilibrio entre naturaleza, historia y reflexión. Son, en definitiva, entre cinco y siete días de viaje a pie que lo tienen todo: el mar al lado, la montaña cerca, gastronomía local, acogida peregrina y un desafío moderado para el cuerpo y la mente.

Un camino que comienza con acento industrial

Bilbao no es solo el punto de partida: es una ciudad que representa, en sí misma, un viaje. Antigua capital industrial, hoy es sinónimo de arte y transformación. El peregrino empieza su aventura en el Casco Viejo, sellando su credencial en la Iglesia de Santiago, y despidiéndose de la ciudad tras cruzar el Nervión, el Museo Guggenheim y los barrios que miran hacia la ría.

Las primeras etapas del camino sorprenden por su contraste: la salida urbana pronto se convierte en un recorrido por senderos boscosos y zonas rurales, con pequeñas localidades que conservan su autenticidad. Portugalete y su Puente Colgante ofrecen una postal de bienvenida al carácter norteño: hierro, niebla y tradición.

De la costa vasca a la esencia cántabra

La ruta gana belleza y ritmo a medida que se acerca a la costa. Muskiz y Pobeña marcan la entrada en una zona espectacular: el paseo de Itsaslur. Se trata de un tramo de acantilados que serpentean junto al mar, con vistas amplias, aire puro y la sensación de que el océano acompaña cada paso.

Al cruzar a Cantabria, el peregrino llega a uno de los puntos más emblemáticos de este tramo: Castro Urdiales. La villa, de raíces romanas y alma marinera, regala a los caminantes una parada ideal. Su iglesia gótica, su castillo-faro y el ambiente del puerto invitan a descansar. Es también un buen lugar para disfrutar de una buena comida antes de continuar: sardinas, bonito, marmitako o rabas de calamar se convierten en combustible del cuerpo… y del ánimo.

El siguiente hito es Laredo, otro de los enclaves más destacados de la costa cántabra. Su extensa Playa de la Salvé, sus callejuelas medievales y el bullicio de la villa contrastan con la calma del siguiente paso: cruzar en barca hasta Santoña. Esta experiencia, breve pero simbólica, permite contemplar la bahía desde el agua y es una de las imágenes que muchos peregrinos recuerdan con especial cariño.

Santoña, marismas y silencio

Santoña es más que anchoas. Aunque su nombre esté íntimamente ligado a esta delicatessen del Cantábrico, también destaca por su entorno natural. El Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel ofrece al caminante un tramo más introspectivo: caminos que atraviesan humedales, el canto de las aves y la brisa que roza los carrizos y eucaliptos.

Desde allí, el Camino avanza hacia pequeñas localidades como Noja, Isla y Bareyo. Cada pueblo tiene su encanto: iglesias románicas, pequeñas plazas, panaderías con sobaos recién hechos y vecinos que ofrecen orientación o ánimo sin que uno lo pida.

Güemes y su hospitalidad universal

Una de las paradas más emblemáticas del trayecto es el albergue de Güemes, dirigido por el sacerdote Ernesto Bustio. Más que un refugio, este lugar es considerado por muchos como un centro espiritual del Camino del Norte. En él se cena en común, se comparten experiencias y se recuerda por qué se camina. La hospitalidad, sincera y sin pretensiones, hace que muchos consideren esta etapa como una de las más emotivas.

Desde Güemes, ya solo quedan dos jornadas hasta llegar a Santander. El camino bordea acantilados, pasa por Loredo y Somo, y permite disfrutar de las mejores vistas de la bahía santanderina antes de cruzar en barco a la ciudad.

Santander: meta o punto de partida

El final del tramo se vive con una mezcla de orgullo y melancolía. Santander recibe al peregrino con sus edificios señoriales, su paseo marítimo, sus parques y su carácter elegante. La Catedral de Nuestra Señora de la Asunción ofrece el último sello de este tramo, pero no necesariamente el último del Camino. Muchos continúan hacia Asturias y Galicia. Otros deciden terminar aquí, satisfechos por lo vivido.

Santander, además, es una buena ciudad para hacer balance, descansar uno o dos días y planear nuevos tramos. Su gastronomía, sus playas urbanas como El Sardinero o su vibrante ambiente cultural invitan a quedarse, aunque sea un poco más.

Camino con asistencia: una opción en auge

Cada vez más personas se animan a recorrer el Camino de Santiago, pero no todos lo hacen de forma improvisada o al estilo tradicional. Por ello, empresas especializadas han comenzado a ofrecer opciones organizadas que permiten disfrutar del trayecto con más comodidad y menos preocupaciones logísticas.

Una de ellas es Mundiplus, que ofrece paquetes completos del Camino de Santiago desde Bilbao, con alojamiento reservado, transporte de mochilas, mapas, asistencia y todos los detalles necesarios para centrarse únicamente en caminar. Puedes encontrar más información en:

https://www.mundiplus.com/caminos/a-pie/camino-norte/camino-de-santiago-desde-bilbao/

Esta alternativa es ideal tanto para quienes hacen el Camino por primera vez, como para quienes tienen poco tiempo para planificar y no quieren renunciar a una experiencia completa, segura y bien organizada.

Recomendaciones finales para este tramo

Duración: 6 a 7 días caminando a ritmo medio.

Distancia aproximada: 115 km.

Dificultad: moderada, con algunas etapas más exigentes cerca de la costa.

Época recomendada: primavera y otoño, por el clima suave y menor afluencia.

Equipamiento básico: calzado de senderismo, chubasquero, bastón, mochila ligera.

Gastronomía local: anchoas, quesadas, sobaos, marmitako, quesos artesanos y repostería casera.

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