Lucía Beneito tenía diez años cuando aterrizó por primera vez en Lanzarote. Sus padres se mudaron a la isla por motivos laborales desde su Valencia natal, a la que regresaría Beneito para cursar estudios universitarios de Relaciones Públicas.
Ya casada y con dos niños pequeños decidió regresar a la isla. “Yo había trabajado en turismo, en recepción, pero ahora quería conseguir un trabajo con el que conciliar el cuidado de los niños”.
“Empecé con una tiendita en La Villa, pero me llevaba mucho tiempo, así que decidí liquidarla. Los compañeros del mercadillo me decían, liquida la tienda en el mercadillo”.
Beneito les hizo caso y se incorporó, no al de La Villa, que al ser público requiere más tiempo para unirse, sino al mercadillo privado de Puerto Calero.
“Me encantó el compañerismo y se puede conciliar”
“A veces la vida te va llevando por donde tienes que ir. Cuando lo probé vi que era un modo de vida, y me encantó, sobre todo el compañerismo y que se puede conciliar muy bien teniendo niños pequeños”.
Beneito, que actualmente regenta un puesto de cristal facetado en el mercadillo de La Villa de Teguise, ha descubierto con el tiempo que “lo que mejor se vende es el monoproducto, te tienes que especializar en algo concreto”.
En la actualidad, Beneito acaba de lanzar, junto a más de cien socios, la Asociación lanzaroteña de vendedores ambulantes (ALVA) que preside y cuyo objetivo principal es “crear una comunidad sólida que pueda hacer frente a los desafíos del sector”.
ALVA busca establecer un diálogo constructivo con las Administraciones Públicas para promover la regulación y el reconocimiento de la venta ambulante como una actividad profesional y fomentar una comunidad de vendedores que compartan conocimientos y recursos.
La presidenta de ALVA explica que la Asociación surge para “dar a conocer lo que es la venta ambulante regulada” en mercadillos públicos y privados de la isla.
Beneito explica que a muchos de los socios, como a ella, la vida les ha llevado a la venta ambulante regulada porque han descubierto que “es una opción ocupacional que realmente te da mucha libertad y te puede facilitar una profesión”. Otros, se dedican a ello desde siempre, por ejemplo miembros de la comunidad gitana o compañeros llegados de África.
Entre los mercados públicos de Lanzarote, Beneito destaca los de Haría, Uga, Mancha Blanca, y sobre todo el de La Villa, por su tamaño e impacto económico. Entre los privados, el de Puerto Calero y el de Marina Rubicón.
“El volumen económico del mercado de La Villa es tan grande que la isla, el domingo, centra prácticamente toda su actividad económica en el mercado de Teguise. Te diría que el 80%, no solo el mercadillo, sino también los taxistas, otros transportes, los guías, excursiones… Si vienen cruceros, vienen al mercado”.
“Las ordenanzas son buenísimas, pero falta implementación”
Beneito explica que la regulación existe: “Las ordenanzas municipales suelen ser buenísimas, pero faltan técnicos para implementarlas y controlar que todo se haga conforme a la normativa”.
Antes que nada, la presidenta de ALVA agradece la “colaboración y buena voluntad de todos los ayuntamientos” de la isla y aclara que también “hay mercados que funcionan muy bien, por ejemplo, el de San Bartolomé. Todo el mundo entrega (la documentación), es una empresa legal la que se ocupa de montar las carpas, las personas que hay están dadas de alta, si alguien vende un cosmético tiene que tener (licencia)”.
Pero no todos los mercados funcionan tan bien. “Ser vendedores ambulantes regulados significa que tenemos que ser autónomos, tener seguro de responsabilidad civil y cumplir toda una serie de requisitos”, comparte Beneito.
“Yo por ejemplo pago casi 300 euros de autónomo. Si la persona que tengo a mi lado no está cumpliendo con eso ya empieza con 300 euros en positivo, es una competencia desleal que nos está haciendo mucho daño y baja mucho la calidad. Necesitamos más supervisión”, resume.
Beneito destaca la falta de control también con respecto al “producto que se vende”, que por ejemplo sea realmente originario de Lanzarote “si lo anuncia su cartel”.
“A veces las soluciones son lentas o van mal orientadas. En todos los mercadillos, sobre todo los públicos, hay un espacio para la agricultura y la alimentación y se está descuidando mucho. Para nosotros es un reclamo muy importante porque la gente también va a esos mercados buscando ese tipo de productos”, ejemplifica.
Beneito también subraya la falta de planes de sostenibilidad y denuncia la ausencia de sistemas de clasificación de residuos: “A Teguise llegan 10.000 personas de media cada domingo y no hay ni un contenedor para botellas por ejemplo. Luego ves en las redes cómo se queda el pueblo y la gente culpa a los mercadilleros que en realidad queremos todo lo contrario”.








