ESTE AÑO RINDE HOMENAJE AL BICENTENARIO DE FRANKENSTEIN

La octava edición del concurso literario de Radio Lanzarote recibe los primeros diez relatos

El plazo para participar finalizará el 31 de agosto y La Voz irá publicando los escritos recibidos

15 de julio de 2018 (12:08 CET)
La octava edición del concurso literario de Radio Lanzarote recibe los primeros diez relatos
La octava edición del concurso literario de Radio Lanzarote recibe los primeros diez relatos

La octava edición del Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote, que este año rinde homenaje al bicentenerario de la publicación de la novela 'Frankenstein o el moderno Prometeo' de la escritora britániza Mary Shelley, ya ha recibido los primeros diez cuentos. 

El plazo para participar en el concurso finalizará el 31 de agosto y la propuesta en esta edición es imaginar la continuidad de la historia, después de que el monstruo creado por el Dr. Frankestein "saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad".

Como en ediciones anteriores, la extensión máxima de los relatos tendrá que ser de 100 palabras, incluido el título en el caso de que lo lleve, y la radio deberá formar parte de la historia. Cada autor podrá enviar un máximo de cinco relatos, que podrá firmar con pseudónimo, aunque deberá indicar siempre un nombre y un teléfono de contacto. Los relatos se irán publicando por orden de recepción en La Voz de Lanzarote y se leerán en el espacio 'Lectura en la Radio' de Radio Lanzarote-Onda Cero. Todos aquellos que deseen participar pueden enviar sus relatos al email: concursorelatos@lanzarotemedia.net

Del fallo del certamen, que se hará público en la segunda quincena de septiembre, se encargará un jurado formado por periodistas de Radio Lanzarote-Onda Cero y La Voz de Lanzarote, que elegirán tres relatos ganadores y siete finalistas.

El ganador del primer premio se llevará una estancia de dos noches para dos personas en régimen de media pensión en el hotel Vik San Antonio, mientras que el relato que se alce con el segundo premio obtendrá una table Billow de Tiendas AHL Informática, con pantalla de 10, 1", 64 b, 1GBDD3, 16 G de memoria, Android 7.0 y wifi dual 2.40. El tercer premio será un pase familiar (hasta cuatro personas) con comida incluida al Rancho Texas Lanzarote Park. 

 

Sin Título


Amaneció en la arena. Sin demora, aprovechando la balsa y todas las ramas que pudo encontrar en la cercana espesura de la selva, improvisó una gran pira funeraria. Tan grande como su cuerpo.

Después sentado en la arena esperó tranquilo, escuchando su pequeño transistor y meditando acerca de lo que había sido su efímera existencia y todas las maldades que había realizado. Cuando apreció las primeras estrellas en el firmamento, apagó el transistor e hizo un pequeño fuego con yesca, encendió la pira y se tumbó en el interior.

Realmente tampoco había sido tan malo, solamente un gran incomprendido.

 

Sin Título


Me olvidé de él. No podía haber sobrevivido con el viento altano que soplaba aquella noche y la balsa no contenía ningún tipo de víveres, ni siquiera agua por lo que pude comprobar con el capitán.

Años más tarde, escuchando casualmente la radio en el hall del hotel donde me hospedaba, escuché una noticia que me dejó paralizado.

"Hallan, en el Sur de Argentina, el cuerpo del engendro del Dr. Frankenstein congelado dentro de un iceberg. Las autoridades, que hace años lo daban por desaparecido, están intentando rescatar el cadáver para repatriarlo"

Aquella noche, de nuevo, tuve horribles pesadillas.

 

Sin Título


Tuvo suerte de llegar a aquella isla. Los habitantes, de la misma, lo tomaron por un dios debido a su enorme tamaño.

Desde entonces, se dedicaba a tomar el sol, a escuchar la radio aquellas veces en que llegaban las ondas hasta aquel remoto lugar e incluso llegó a conquistar a una lugareña que como él mismo, no era muy agraciada pero si muy cariñosa.

Finalmente pudo ser feliz y disfrutar de todo aquello que los hombres civilizados siempre le habían negado al juzgarlo superficialmente solo por su apariencia y pudo lograr olvidar todo el mal que había infligido anteriormente.

 

Sin Título


El ruido salpicó las aguas mansas que sostenían aquella embarcación. El sonido de la radio que crepitaba cada vez menos mientras la nave se perdía en la distancia. El monstruo incomprendido sabía que no había vuelta atrás. Su visión se oscureció. Por la mañana sería mejor.

Lo despertó el picoteo de una gaviota que se empeñaba en alimentarse de su maltrecha nariz. Por un momento no se percató del ambiente que lo rodeaba y, sobre todo, quién lo observaba a la distancia. Aquella figura lo miraba fijamente y sus labios sólo pudieron abrirse para esbozar una sola palabra.

Papá.

 

Sin Título


La radio anunciaba fuertes temporales en aquella época del año. Los presentes miraban sus copas con nerviosismo mientras dirigían sus otros sentidos a identificar el ruido húmedo que venía de la puerta. Un grito ahogado, un sonido de desgarro, luego silencio total. La histéria se extendió como la peste y los presentes se chocaban entre sí en un intento burdo de escapar. Sólo una vieja embarcación encallada en la costa daba pista de lo que podría haber llegado a esa tranquila zona. Mientras los más perspicaces formulaban teorías, la criatura los observaba cuidadosamente. Su boca corroída sonreía.

 

Sin título


La tempestad había empujado la maltratada balsa playa adentro. Frente a él, una gran muralla de piedra volcánica de unos setecientos metros de altura se alzaba imponente. Abandonó la que había sido su casa durante varias semanas a la deriva y caminó hacia el noreste. Entonces, llegó a un pasadizo que parecía atravesar la montaña. Aunque no comprendió el idioma, leyó el cartel que rezaba: "galería de Famara". Luego, tiró de la reja y se perdió en el interior. Lejos de allí, la radio local anunciaba que una extraña criatura había desaparecido en la costa norte de la isla.

 

Siniestro


Personas. Seres humanos. Unos pocos supervivientes de una hecatombe zombi se acercaban a lo que parecía una emisora de radio. En otro tiempo fue una radio magnífica, sin embargo, ahora estaba arrasada. Entraron con sigilo, estaba oscureciendo. La noche incrementa la actividad de los no muertos.

El edificio era siniestro, había restos de sangre en suelos y paredes, pero no había nadie mas. Estaban solos.

Se apresuraron a atrancar las puertas y ventanas del edificio radiofónico para asegurarse la vida durante una jornada más.

 

Valentía


(Después de que el monstruo creado por el Dr. Frankenstein "saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad").

Su mejor momento del día acababa con estas palabras en su emisora favorita. Aquel relato, monstruo de ficción rezumaba en sus oídos. Se alejó en la balsa?

Mientras el hielo calmaba los golpes físicos, quedaban al descubierto sus dolores psicológicos. ¡Fin al monstruo real, se repetía! ¡Fin al terror de una vida que no le correspondía! No hay mayor monstruo que el que vive a tu lado y te anula como persona, privando el tesoro de tu libertad. Sin dilación, cogió el teléfono. Valentía y sin mirar atrás, aquel horrible ser no tendría más cabida en sus días.

 

La melodía


Saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad. El estrepitoso sonido del mar ensordeció a aquella huida criatura. Ahora vagaba sin rumbo por aguas desconocidas. No sentía miedo, tampoco incertidumbre. Es más, por su deforme cabeza en aquellos instantes rondaba una única imagen. Era la de un artilugio sonoro, acompañada de una melodía reproducida. Aquel monstruo había quedado perplejo por el sonido de la radio del laboratorio de Víctor Frankenstein.

 

La huida


Saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad. El Dr. Frankenstein exhaló un inaudible lamento dolorido. Era incuestionable que había creado un ser demoníaco, un arma de destrucción. Pese a ello, sintió cómo su partida echaba a perder todo su esmerado trabajo. El rostro melancólico de Víctor Frankenstein fijó los ojos en la polvorienta radio, buscando una vez más que esta le evadiese del vacío que aquel horrendo, pero ya huido huésped había dejado.

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