R.G., el entrenador de fútbol base de 34 años acusado de agredir sexualmente a menores en Lanzarote, era uno de los míster más veteranos de un conocido club de la isla. Habitualmente, se encargaba de las categorías de los filiales del club e instruía a menores de entre 10 y 13 años.
El acusado, en prisión provisional desde el pasado 11 de abril, había sido apartado del equipo en el mes de noviembre después de conocerse en prensa su situación judicial tras ser acusado de acosar sexualmente a un menor que entrenaba a través de redes sociales. Entonces, fue detenido por la Policía Nacional y un juzgado de Arrecife acordó su puesta en libertad provisional. En esa primera detención, el Juzgado autorizó también el registro de su casa, donde le incautaron material informático, con varios ordenadores y teléfonos móviles.
La Policía Nacional lo detuvo por segunda vez este abril, cinco meses después, tras montar un dispositivo para localizarlo. En esta ocasión, el Juzgado de Instrucción número 2, de guardia en el momento de los hechos, decretó su ingreso inmediato en prisión acusado de hasta tres tipos de delitos contra la indemnidad sexual de niños y adolescentes. Entre ellos, agresión sexual a menor de 16 años, corrupción de menores y exhibicionismo y provocación sexual a menores.
Su presunto 'modus operandi'
Según la Policía Nacional, el entrenador presuntamente utilizaba siempre el mismo modo de actuar: se ganaba la confianza de los menores, para luego enviarles y pedirles a través de redes sociales que le enviaran material sexual. Por este medio también les habría solicitado mantener encuentros físicos. Por el momento, dos menores han declarado haber sufrido agresiones sexuales por parte de este entrenador.
La Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional, se encargó de volcar y analizar los ordenadores y los móviles incautados al entrenador. En este análisis pudieron identificar y localizar a otras ocho víctimas menores de edad, que eran entrenados por R.G. Estos menores también "han confirmado y relatado las prácticas habituales empleadas por el detenido", según la Policía.
El diario La Provincia, revela que R.G. presuntamente llegó a hacerle regalos a las víctimas, los llevó a comer e incluso quedó supuestamente en su casa. Tras ello, los trasladaba al domicilio de su familia. Según este mismo diario, estaba metido en grupos de difusión y consumo de pornografía infantil.