Los feligreses cumplieron el 31 de julio con la tradición de asistir a la santa misa en Mancha Blanca para dar las gracias a la Virgen de Los Dolores por haber logrado detener los volcanes. El párroco de Tinajo, Víctor Domínguez, ofició la misa, que estuvo acompañada por la música de la coral del municipio.
Posteriormente, la imagen de la Virgen recorrió en procesión los aledaños del santuario, acompañada del clero, las discípulas de la Virgen y los feligreses, que le despidieron con una salva de aplausos.
De esta manera, los creyentes quisieron recordar aquel 31 de julio de 1824, cuando los lanzaroteños volvieron a sentir miedo al ver que la isla podía ser de nuevo arrasada por las erupciones volcánicas. Sobre las 7.00 horas de ese día, entró en erupción el volcán de la Capellanía del Clérico Duarte, entre los pueblos de Tao y Tiagua.
A los lanzaroteños rápidamente les vinieron en mente las terroríficas escenas ocurridas entre 1730 y 1736, cuando entró en erupción Timanfaya. Esta vez los vecinos volvieron a recurrir a Nuestra Señora de Los Dolores, a quien pidieron ayuda. Así, portaron la imagen por el camino de Guigüan hacia La Vegueta.
A esta comitiva, se iban uniendo pastores y labradores de Tinajo, Tajaste, Mancha Blanca, Tinguatón y La Vegueta. El cortejo religioso llegó a las faldas de Tampia, por el caminillo de Tiagua a Tao.
Ante el volcán, colocaron la imagen de la Virgen de Los Dolores y pidieron que las erupciones pararan. Incluso, le prometieron a la Virgen que si conseguía parar la lava, se comprometerían a celebrar una misa todos los años para darle las gracias.