La deshumanización cotidiana avanza como un “fenómeno silencioso”, alerta una experta

Naira Delgado, psicóloga social de la Universidad de La Laguna, advierte que el lenguaje, los discursos de odio y la sobreexposición digital erosionan la empatía y transforman a las personas en categorías abstractas

EFE

18 de octubre de 2025 (16:15 WEST)
Llegada de menores migrantes a Puerto Naos. Foto: Juan Mateos
Llegada de menores migrantes a Puerto Naos. Foto: Juan Mateos

La profesora de Psicología Social de la Universidad de La Laguna (ULL) Naira Delgado advierte de que la deshumanización, en un contexto social polarizado, de sobreexposición digital y de discursos de odio, se ha convertido en "un fenómeno silencioso" que atraviesa la vida cotidiana.

"Deshumanizar es tratar a otros como si no fueran personas", resume Delgado, quien advierte de que puede ser consciente, como por ejemplo llamar 'menas' a los menores migrantes no acompañados para representarlos como una amenaza; o inconsciente, al aludir a los médicos y enfermeros como 'héroes' durante la pandemia de covid.

También hay otra categoría de deshumanización, la de la administración sanitaria, que "transforma al paciente en un número".

Se trata de "procesos sutiles pero muy eficaces", ya que "normalizan actitudes de desprecio que terminan erosionando la empatía", analiza la experta en declaraciones remitidas por la Universidad de La Laguna.

Naira Delgado recalca que el lenguaje juega un papel crucial en este fenómeno, pues "las palabras no solo comunican, sino que modelan la forma en que pensamos sobre los demás".

"Cuando llamamos ‘mena’ a un menor migrante, dejamos de pensar que es un niño con historia, con miedo, con familia. Lo convertimos en una categoría abstracta, y eso tiene consecuencias muy reales", afirma.

Esa manera de nombrar, repetida de forma masiva en redes y medios, va calando en la percepción social hasta moldear políticas públicas y actitudes colectivas, advierte esta investigadora.

 

Deshumanización "sutil"

 

Durante la pandemia, esta lógica se manifestó "de una manera más sutil pero igualmente dañina".

La etiqueta de 'superhéroes' aplicada al personal sanitario pretendía ser un homenaje, pero terminó invisibilizando su humanidad.

"Un superhéroe no necesita dormir", ironiza Delgado, quien añade que "cuando se exalta la fortaleza sin reconocer los límites, se pierde de vista la vulnerabilidad de quienes cuidan".

El estudio de este fenómeno forma parte del proyecto 'Procesos de deshumanización interpersonal: bases psicológicas y neurocognitivas', desarrollado por Delgado en la Universidad de La Laguna.

A través de esta línea de investigación, analiza cómo las expectativas de entrega ilimitada o perfección profesional pueden transformarse en formas de deshumanización sutil, especialmente en entornos de alta presión emocional.

La investigadora también observa cómo el entorno digital ha amplificado este problema.

El anonimato, la velocidad y la ausencia de contacto directo en redes sociales favorecen la agresión verbal y reduce la percepción del otro como persona.

Estudios recientes en neurociencia social demuestran que la exposición constante a mensajes de odio embota la respuesta empática del cerebro, disminuyendo la capacidad para reconocer el sufrimiento ajeno incluso dentro de nuestro propio grupo.

 

Herramienta para la violencia colectiva

 

La deshumanización, recuerda Delgado, no es un fenómeno nuevo. Está presente en las formas más extremas de violencia colectiva, desde el Holocausto hasta los procesos coloniales.

"En todos los genocidios documentados encontramos el mismo patrón: primero se diferencia al grupo enemigo como esencialmente distinto, luego se intensifica un discurso que lo describe como menos humano. A partir de ahí, la violencia se justifica y se ejecuta sin límites", explica.

Pero más allá de los grandes episodios históricos, la psicóloga insiste en que la deshumanización atraviesa la vida ordinaria, y ahí está "lo inquietante" del asunto: muchas de sus formas "pasan bajo el umbral de la conciencia: ocurre en bromas, en etiquetas, en la manera en que miramos al otro".

"El esfuerzo activo por no mirar a quien duerme en la calle o el silencio ante un comentario discriminatorio disfrazado de humor también son formas de deshumanización", analiza.

Delgado subraya que este mecanismo psicológico, lejos de ser una anomalía, está inscrito en nuestras capacidades cognitivas.

"De la misma forma que podemos humanizar un objeto —hablarle al coche o pensar que un animal ‘piensa como nosotros’—, también somos capaces de retirar rasgos humanos a un individuo o a un grupo. Esa operación, funcional desde el punto de vista psicológico, nos permite justificar actos o actitudes que de otra manera nos resultarían intolerables", explica.

La investigadora distingue dos rutas principales de deshumanización: la animalización, cuando se niegan atributos considerados exclusivamente humanos, como la racionalidad o la cultura; y la mecanización, cuando se ve al otro como una máquina, sin emociones ni sensibilidad.

Delgado opina que el primer paso para revertir esta tendencia es reconocerla.

"Todos deshumanizamos en algún momento, aunque sea sin darnos cuenta. El antídoto no es la culpa, sino la conciencia", sostiene.

Sugiere recuperar la palabra 'personas' en el lenguaje cotidiano, contar historias con nombres y biografías y enseñar a mirar con empatía

LO MAS LEÍDO