Conoce a los ganadores del XV certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote Verano 2025

Los premios del concurso han recaído en Idoia Nereida Martínez Herrera, José Vidal Bolaños y Evelyn Megias Carrasco

30 de septiembre de 2025 (11:06 WEST)
Actualizado el 30 de septiembre de 2025 (11:09 WEST)
Radio Lanzarote
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Radio Lanzarote ya ha elegido a sus ganadores de la XV edición del certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote Verano 2025 y en la que han participado más de 120 historias. En esta ocasión, el concurso ha conmemorado el centenario del nacimiento de la escritora Carmen Martín Gaite (Salamanca 1925 - Madrid 2000).

Aparte de los tres textos ganadores, también se ha hecho mención especial a otros siete participantes por la calidad de sus microrrelatos.

Un año más, los Centros Turísticos han colaborado con el certamen, que abrió el plazo el 1 de julio de 2025 y cerró el pasado 31 de agosto.

La ganadora del primer premio ha sido Idoia Nereida Martínez Herrera, quien se ha llevado una cena Jameos Noche para dos personas, mientras que el segundo premio ha recaído en José Vidal Bolaños Betancort, quien disfrutará de una cena para dos personas en el Castillo de San José. Por último, la tercera clasificada ha sido Evelyn Megias Carrasco, que se ha llevado una Experiencia Insólita para dos personas.

Primer Premio 
Título: Roja como los jameos

Autora: Idoia Nereida Martínez Herrera

[...]
Estaba roja, como los jameos al atardecer. Me miró con vergüenza, como si su carrera
fuera pecado.
El tipo que la seguía vestía traje.
Ella, sueños.
—Solo quiero bailar, por fin, sin zapatos —dijo.
Conduje hasta el Charco de los Clicos.
Se bajó descalza, giró sobre sí misma y gritó su nombre al viento.
Desde entonces, siempre que hay luna llena, vuelvo a ese rincón con los pies
descalzos.
Por si decide volver a bailar.

Segundo Premio
Título: Geografías del Silencio

Autor: José Vidal Bolaños Betancort

[...]
Se acomodó en el asiento delantero señalando decidida hacia el horizonte marino.
—Al puerto pesquero, por favor, tengo prisa. —¿Viaja sola, señora? —Desde hace
treinta años largos. Mi marido cree que estoy comprando pan. Sonreí comprensivo.
En el retrovisor observé al hombre caminando despacio, ajeno a que su mujer
navegaba hacia territorios inexplorados de sí misma. —¿Sabe qué barco tomará?
—El primero que me lleve más lejos de quien fui esta mañana. Conduje despacio.
Algunos viajes importantes no tienen prisa.

Tercer Premio
Título: Salvar el mundo

Autora: Evelyn Megias Carrasco

[...]
...y se abrazó la rebeca como si fuera una capa de superhéroe. El hombre no era su
padre, ni un ladrón. Era el monstruo del cuarto oscuro. “¿Puedes volar?”, me
preguntó al subir. Asentí, claro. Pisé el pedal como si despegáramos. “¿Y si me
encuentra?”.

Le di mi gorra de piloto y dije: “Solo nos ve si dejas de imaginar”.
Cerró los ojos.
Al llegar al descampado, me dio un abrazo que duró todo el recreo.
Yo tenía nueve años. Ella, seis.
Y esa mañana salvamos el mundo.

 

Finalistas

Título: La estación que no llegamos a vivir

Autora: Idoia Nereida Martínez Herrera

[...]
No era la primera vez que huían juntos, pero sabían que aquella sí sería la última.
Ella traía los ojos empapados de un adiós, él apretaba los labios como quien guarda
un secreto.
Subieron sin mirar atrás.
Cuando arrancó el motor, me miró fugazmente por el retrovisor.
Era mi hermana.
Y aquel hombre... el amor que yo nunca tuve el valor de retener.

 

Sin título

Autora: Nere Tru Vi

[...]
Olía a salitre y a madrugada.
Ella se sentó despacio, con las pupilas llenas de faros rotos.
—¿Tú sabes lo que es vivir con las palabras atadas?
Yo no supe qué decir.
—Carmen lo decía: a veces, el cuerpo se queda, pero el alma huye antes.
Dejó caer una libreta sobre mis piernas.
—Ahí está lo que no me dejaron decir. Quémalo en el Timanfaya. Que se mezcle con
la lava.
Arranqué.
La radio hablaba del viento del norte. Ella cerró los ojos.
Ya no corría.
Volaba con los volcanes, por fin, sin miedo.

 

Título: Sin vértigo

Autor: Miguel Ángel Cárdenas Barbero

[...]
—¿Hasta dónde? —le pregunté.
Cuando me miró, me reconocí y supe que quería seguir siéndolo con ella.
—Hasta que el miedo se canse de seguirnos.
Sonrió con las mejillas llenas de viento y fuego.
Arranqué.
A un lado, el mar respiraba lento; al otro, el jable avanzaba sin hacer preguntas, y al
frente, el risco, inmóvil, como si ya supiera lo que íbamos a hacer.
—No frenes —dijo ella, sin levantar la voz.
Aceleré.

Posé mi mano sobre la suya. En la radio sonaba “Si tú no estás” de Rosana.
Y ella, por fin, dejó de mirar atrás.

 

Título: No está aquí mamá

Autora: Reyes María Concepción Betancor

[...]
Sus ojos ya tienen la entrada prohibida a mis momentos de risas y juegos, al estreno
de un vestido nuevo, a peinarme el cabello, a llorar si me quemo. No está aquí mamá,
no la veo. La música no me roza los dedos, se me ha hecho el andar triste, feo, no
entiendo las cosas que no me creo.
Y ellos dos me vigilan, mis hermanos, el mayor y el más pequeño.
Me subo al coche en silencio y sentada me quedo. También ellos añoran los bucles de
su cabello y el olor de su recuerdo.

 

Título: Niebla en la madrugada

Autora: Esperanza Tirado Jiménez

[...]
Ella se sentó, cerrando la puerta con un golpe seco.
El hombre llegó jadeando, con los ojos desorbitados.
Arranqué el coche sin preguntar. Ella temblaba, murmurando algo sobre una llave y
un sótano.
Por el retrovisor, vi cómo el hombre se alejaba, tragado por la niebla de la
madrugada.
Cuando giré la esquina, ella sacó una pistola del bolso y me apuntó a la sien.
—Gracias por el coche. Ahora sigue conduciendo.
No abrí la boca.

 

Título: Mango

Autora: Mónica Sánchez García

[...]
Lo cierto es que no acostumbro a hacer preguntas a mis clientes.
Si es la tercera chica con la que suben esta semana o la ubicación a donde vamos está
sospechosamente cerca de un lugar clandestino, la verdad es que me da igual.
Cuando trabajas como taxista aprendes que una parte de lo que pagan por el viaje
compra tu discreción.
Por eso me quedo callado. Aunque me permito observarla de reojo.
Así es como avisto el mango plateado que asoma por debajo de su chaqueta y
entiendo por qué la perseguían.
Entonces me doy cuenta de que estoy jodido.

 

Sin Título

Autor: Roberto Tejera de León

[...]
Se sentó en silencio.
–¿Lejos de aquí?
Asintió, con los ojos anegados de lágrimas.
Compuse una de aquellas sonrisas compasivas. Atisbé al muchacho en el retrovisor;
cara desencajada. Mirada perdida. Un clásico, pensé.

Saludé al resto de la comitiva. Todos sabíamos a lo que íbamos.
Verás, aquel no es un antro cualquiera. Lo llaman La Última Copa.
Entran de dos en dos. Susurran. Murmullan. Pero no brindan.
Luego, salen de uno en uno. Rotos. Desencajados.
Y nosotros solo conducimos. Lejos. Sin rutas marcadas. Dejando que la culpa
corrompa por dentro.
Pues, cuanto más dura el duelo, más sube el taxímetro.

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