El Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote dedicado a los Centros Turísticos ya tiene ganadores

Roberto Tejera De León se ha alzado con el primer premio y Rosa Elena Betancor, Tomás Reyes y Lola Sanabria con el segundo, tercero y cuarto

17 de octubre de 2020 (10:25 CET)

La X edición del Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote-Onda Cero, a la que se presentaron cerca de 130 historias, ya tiene ganadores. Roberto Tejera De León se ha alzado con el primer premio del certamen, que este año estaba dedicado a los Centros Turísticos, con un relato con el Jardín de Cactus como protagonista.  El ganador podrá disfrutar de un fin de semana para dos personas en el Hotel Boutique Isla y el Mar de Puerto del Carmen.

El jurado del concurso ha decidido otorgar el segundo premio al microrrelato 'Timanfaya' de Rosa Elena Betancor Lemes, que se ha ganado una cena para dos personas en el Castillo de San José. Por su parte, Tomás Reyes, con la historia 'De los Verdes y el Violín, se ha alzado con el tercer premio, consistente en una comida para dos personas en el Monumento al Campesino. 

En esta décima edición, también hay premio para el cuarto clasificado, que ha sido Lola Sanabria, con su microrrelato 'Adiós'. En concreto, podrá disfrutar de una experiencia Premium en los Centros Turísticos.

Además de los ganadores, el jurado ha seleccionado a seis finalistas, que son "Sin título" de Roberto Tejera de León, 'Sín título' de Francisco Pisonero, 'El cazador de islotes' de José Manuel n, 'Romance conejero' de Juan J. Beiro, 'Ensayo sobre la ceguera' de Andrés Ad Hoc, y 'Sin título' de Guillermo Taviel de Andrade. 

 

Relatos ganadores 

Primer Premio: 'Sin Título',  de Roberto Tejera De León 

Ocurre durante un instante. Es difícil de ver, pero ahí está. Oculto. Tenue. Al alba, con las primeras luces del día, aparecen también las primera sombras. Entonces las siluetas se forman ante ti. Gigantes de ceniza volcánica. Seres famélicos de grandes y afilados cuernos. Guerreros de armadura punzante, alzando sus espadas en alto. Amenazantes. Desafiante. Todo un ejército de criaturas espectrales. Pero, en un santiamén, todo se difumina para dar paso a una particular rofera de cactus.
−Entonces... ¿es solo una ilusión?
−Así es amigo mío, pero no menosprecies las ilusiones. Sin ellas, ¿el mundo qué sería?

 

Segundo premio: 'Timanfaya', de Rosa Elena Betancor Lemes

Aquel silencio invadió el espacio antes ocupado por motores, el golpeteo de tazas de café,... las voces, los pasos de gente, las prisas, el agua expulsada como una
explosión...El ruido se desvaneció. Aquel silencio no era el habitual de horas nocturnas, sino otro, largo, de días, semanas. Aquel silencio hizo audible el aire entre las remeras del halcón, el trino de gorriones, los graznidos de los cuervos, el vaivén de insectos en la vieja higuera de Hilario. Aquel silencio de lo humano, fue ocupado por el silencio ruidoso de la naturaleza, que hizo soberano de nuevo, lo salvaje.

 

Tercer premio: 'De los Verdes y el Violín', de Tomás Reyes

Era un tiempo oscuro. Las caras se dejaban a la imaginación, la adivinanza. Las miradas eran huidizas, temerosas. A veces inquisitivas, intrigadas por el misterio que escondían esos trozos de miedo que cubrían narices y bocas. Miedos desechables, miedos estampados de florecitas, miedos a la moda.

Entré en la cueva también oscura, apenas unos focos iluminaban los hermosos relieves subterráneos... Y entonces lo vi. De su cara sólo una mirada. De sus manos comenzaron a salir los sonidos que transformaron la oscuridad en luz... Y olvidé que era un tiempo oscuro.

 

Cuarto premio: 'Adiós', de Lola Sanabria

Elegiste el lugar equivocado. Entre tantos cactus, tú eras el patito feo, el más espinoso, el desabrido y hueco, sin nada dentro que ofrecer. Y vienes con la cabeza gacha, haciendo como si estuvieras profundamente afectado para decirme que te den Florita, que te den. Ya, que no ocurrió así, que te echaste la culpa de la fechoría con tu afán protagonista de siempre. Fue lo que más me indignó. Un nublado en mi cabeza y  ahí te quedas, con un buen golpe, desnucado y enterrado en el Jardín de cactus, abonando el terreno, como alimento de plantas, Casimiro.

 

Relatos finalistas

'Sin Título', de Roberto Tejera de León

Te vi en el Mirador por primera vez. Sola. Abatida. Bajo un manto de nubes grises.−
¿Qué miras?−
La Graciosa.
Observé, perplejo.
−No se ve nada...
−Que no se vea no quiere decir que no esté.
El silencio brotó, despiadado.
−Y tú, ¿Qué miras?
−La tristeza.
Desconcertada, frunciste el ceño.
−¿Cómo puedes verla?
−Que no se vea no quiere decir que no esté.
Entonces te vi sonreír por primera vez.
Pero ahora no estás. Partiste, sin retorno.
Sin embargo, sigo subiendo en días nublados pues, como sabes, que algo no se vea no quiere decir que no esté.

 

'Sin Título', de Francisco Pisonero

Hace un año ya que llegué a la isla, y todavía no puedo marcharme, y la culpa es solo mía, mía por ser un cobarde, mantengo mi rutina de todas las semanas, visitar la cueva de Los Verdes, los martes los Jameos del agua y el castillo de San José los viernes. Y aunque encantado estoy con el clima y el calor de sus gentes, lo que de verdad me atrapó fueron los ojos de una guía turística, debería por fin atreverme a decirle algo pero... ¡Ay, si no fuera tan cobarde!

 

'El cazador de islotes', de Jose Manuel n

Entre riscos mares y playas, enormes criaturas navegan hacia la orilla, pero el deseado lugar, nunca logran alcanzar.
Visibles permanecen, ante los ojos de los isleños, que poco pueden hacer por ellos. Como islotes anclados, uno grande y dos más pequeños, despiertan todas las miradas...Sus dibujos, formas y colores, conjugados con su mar y su cielo, logran una estampa que solo un gran artista puede captar...la inmensidad lo impide, pero inmensa es su capacidad: Un ventanal que no atiende a formas, detiene a las criaturas y ahora relucen como nunca.

 

'Romance conejero', de Juan J. Beiro 

El mar que me vio nacer
desembocó en estas playas.
Y aquí estoy entre palmeras,
entre verodes y aulagas.
Aquí vi crecer mis sueños
con perenquenes y hubaras,
y los cangrejitos ciegos
de los "Jameos del Agua".
Aquí planté mis raíces,
en esta tierra quemada,
al calor de los volcanes
que alimentan mi esperanza.
Aquí vivo mis silencios.
Aquí puedo escuchar mi alma,
que es el alma de esta gente
cálida y hospitalaria...
Gente de mar y de campo,
parrandera y campechana,
caliente y acogedora...
¡Que no se extinga su llama!

 

'Ensayo sobre la ceguera', de Andrés Ad Hoc

-¿De verdad todos los cangrejitos son ciegos?- el niño estaba asombrado por la pirotecnia de colores y reflejos en el interior del jameo.

-Bueno, casi ciegos –la madre consultaba la pantalla de su teléfono. El padre hacía fotos con el suyo-. Son cangrejos albinos... Y casi ciegos.

El niño no apartaba la vista de la constelación de cangrejos blancos.

-¿Y si hubiese uno que viese superbién? ¿Alguien se daría cuenta?

-Ya te ha dicho tu madre que son todos prácticamente ciegos.

-Eso. Y mira para aquí. Sonreíd. Venga, que todavía tenemos que ver muchas más

 

'Sin título', de Guillermo Taviel de Andrade

Ayer tu y yo nos quisimos graciosero, como se quieren volcán y fuego. Como el mar suspira al viento, como la tierra al centeno. Fuimos pasión y alegría, fuimos juventud y momento. Hoy nos separa un río y desde un mirador te contemplo. Hoy ya no nos queda nada, salvo un hermoso recuerdo. Un recuerdo que no es nuestro, pues le pertenece al tiempo. Otros vivirán su idilio pero jamás como el nuestro. Hasta siempre graciosero, hasta que nos reúna el sueño.

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