Prometer hasta meter

20 de julio de 2019 (11:38 CET)

Escribo este artículo de opinión por irremediable necesidad y con el pleno convencimiento de que con él voy a suscitar el acuerdo de absolutamente todo el que lo lea, cosa realmente insólita tras haber escrito y publicado cientos de artículos en más de 10 medios de comunicación digitales y de prensa escrita a lo largo de más de dos décadas. Y digo que es insólito suscitar unánime acuerdo en los lectores porque lo normal en mí es generar desacuerdo, polémica e incluso broncos cabreos que dejan injustamente a mi señora madre perdida.  Acabamos de vivir dos campañas electorales en las que los españoles hemos elegido Eurodiputados, Senadores y Diputados, Diputados Autonómicos y Provinciales, Consejeros de Cabildos, Alcaldes y Concejales. Nuestras calles han sido inundadas por carteles con caras y eslóganes, los oídos bombardeados por promesas y el ocio televisivo interrumpido por la publicidad de los partidos políticos; eso sí, todo ello bajo el sempiterno mantra de que todo ese inmenso gasto económico público constituye la "fiesta de la democracia". Y vamos y nos lo creemos.

Así, hemos conocido propuestas de todo el arco ideológico, desde las más de aquí hasta las de más allá, pasando por el clásico sinfín de recurrentes excentricidades con las que los políticos nos marean durante las campañas; y qué decir de los célebres despertares de siesta por la megafonía de los coches rotulados; o cómo obviar el sentimiento de tristeza al encontrar en el buzón inútiles panfletos que te importan tanto como importan tus propios problemas a quien te pide el voto. En fin, que la corrección política y el buenismo evitan que la gente se quede en sus casas; al fin y al cabo, en general puede más el deber democrático que el querer personal, el cual no es otro que mandar todo a tomar por donde la espalda pierde el nombre. En definitiva, durante varias semanas nos hemos tragado las grotescas versiones que disimulaban las indignidades de quienes habían ejercido el poder y de quienes aspiraban a ejercerlo.

También afirmo que, en medio de todo este ambiente descrito anteriormente, empeora la visión de que el político haga lo que le sale de los genitales, sin que esté en el programa electoral de su partido y que, además, lo ejecute prioritaria y urgentemente nada más llegar al poder. Es más, no es que la gente estemos empeorando la visión de ello, es que ya estamos en un nivel de hartazgo que me es difícil imaginar las posibles consecuencias. Por ejemplo, hay alcaldes que nada más tomar posesión de su bastón se han subido el sueldo, sueldo que pagan quienes les han votado pero que en momento alguno durante la campaña dijeron que iban a subir, y menos en esos porcentajes. Seguidamente muestro el top 8 del ranking de estas subidas:

1 Inés Rey, La Coruña. De 40.000? a 69.000?, una subida del 73%.

2 Luis Felipe, Huesca. De 35.000? a 50.000?, una subida del 49%.

3 Amparo Marco, Castellón. De 52.000? a 74.000?, una subida del 42%.

4 Juan Espadas, Sevilla. De 61.000? a 85.000, una subida del 39%.

5 Javier Ayala, Fuenlabrada. De 56.000? a 68.000?, una subida del 21%.

6 Noelia Posse, Móstoles. De 70.000? a 82.000?, una subida del 17%

7 Augusto Hidalgo, Las Palmas de Gran Canaria. De 60.000? a 70.000?, una subida del 16%.

8 Gabriel Cruz, Huelva. De 61.000? a 70.000?, una subida del 14,5%.

Sé que el lector está ahora más caliente que al principio del artículo por el atropello que acaba de leer, aunque no ha leído todavía lo que va a terminar por enfadarle de verdad. Ahí va: los alcaldes top 8 pertenecen todos a una fuerza política que vende libertad, igualdad, solidaridad y justicia social . Así es, todos pertenecen al PSOE. Menos mal que en medio de este sinsentido, el Portavoz de VOX en el Congreso de los Diputados, Iván espinosa de los Monteros, ha planteado que los Diputados no cobren hasta que los gobiernos queden constituidos. De esta propuesta se han burlado quienes callan ante el vergonzoso top 8. En dos palabras: acojo nante.

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