Que tener un DNI en regla sea indispensable para cualquier mínimo trámite que deba realizar un ciudadano o que Lanzarote viva del turismo parece que no son suficientes motivos para que en pleno siglo XXI, se hayan conseguido ...
Que tener un DNI en regla sea indispensable para cualquier mínimo trámite que deba realizar un ciudadano o que Lanzarote viva del turismo parece que no son suficientes motivos para que en pleno siglo XXI, se hayan conseguido agilizar operaciones en principio básicas, como renovar la documentación en la Comisaría de Arrecife o conseguir un taxi en el aeropuerto de Lanzarote.
De hecho, lejos de avanzar con el paso del tiempo, da la sensación de que la isla incluso retrocede ante determinadas situaciones. Y los dos ejemplos citados son buena prueba de ello. En el caso de la renovación del Documento Nacional de Identidad, La Voz vuelve a reflejar esta semana no sólo las colas que se registran a las puertas de las dependencias de la Policía Nacional, sino también que el hecho de conseguir una cita para realizar el trámite se ha convertido casi en misión imposible. Sólo se entregan por teléfono y, mientras el que se atiende desde una centralita en Madrid está dando citas para dentro de dos meses y medio, el que han habilitado en la propia Comisaría sólo está operativo 15 minutos al día, en los que es casi un milagro o una obra de infinita paciencia lograr no encontrarlo comunicando. Y eso, para un concurso de televisión que sortea un coche o un viaje al Caribe puede estar bien, pero para realizar una gestión que en realidad es obligada y que viene establecida por el propio Estado, resulta inadmisible.
Y por si fuera poco, para los que consiguen cita previa después de importantes esfuerzos, resulta casi inevitable echar varias horas en la Comisaría, porque las personas a las que se les asignaba un turno desde el teléfono de Arrecife, al menos hasta el pasado martes, eran convocadas todas a la misma hora, pese a que la lógica indica que no se va a poder atender a 30 personas a las nueve de la mañana, máxime cuando los mismos funcionarios de la Policía Nacional estiman que se tarda 15 minutos en realizar cada trámite. Eso sí, después de tener que perder la mañana en la Comisaría, teniendo que pedir permiso en el trabajo o abandonado otros compromisos, los ciudadanos ven cómo quince minutos antes del horario oficial del cierre de la oficina en la que se renueva el DNI, avisan de que no se harán más trámites por ese día, dejando una sensación de que los únicos horarios laborales que importan y se respetan son los de los funcionarios.
En definitiva, un espectáculo inaceptable. Pero no es el único. Retomando el caso anterior, la situación del servicio de taxis en Lanzarote tampoco se queda atrás. Porque si bastante losa es ya para la isla que no se haya logrado implantar la insularización que reclaman desde muchos sectores, lo verdaderamente sangrante es que ni siquiera se hayan solucionado los problemas puntuales, como el que se da en el aeropuerto, especialmente los jueves, cuando se concentra una mayor cantidad de vuelos.
En teoría, se llegó a un acuerdo para que taxistas de otros municipios pudieran recoger pasajeros cuando los de San Bartolomé no llegaran a cubrir la demanda, pero la práctica y las imágenes captadas por el fotógrafo de La Voz reflejan que la "organización" que allí se ha establecido permite que hasta 20 pasajeros estén haciendo cola hasta que llegue un taxista del municipio, mientras otros taxis de Arrecife o de cualquier otra localidad tienen que esperar a que el "controlador" estime que la cola es lo suficientemente larga y les deje empezar a trabajar.
Y eso, además de perjudicar a cualquier lanzaroteño que llega al aeropuerto, también atenta directamente contra el que es el motor económico de esta isla, el turismo. Y lo más curioso del caso es la solución al problema que han aportado los taxistas de San Bartolomé, que además de indignarse con la noticia publicada por la edición digital de La Voz de Lanzarote, han emitido una nota de prensa en la que sostienen que lo que habría que hacer para solucionar el problema es reorganizar la llegada de los vuelos para que no se concentren tantos aterrizajes los jueves. Y la verdad es que en vista de los años que se lleva hablando de este problema en la isla sin alcanzar una solución, a estas alturas hasta parece que sería más fácil alcanzar un acuerdo con Aena, con los touroperadores internacionales, con las compañías aéreas y con los turistas de todo el mundo que conseguir que los taxistas de Lanzarote se organicen para prestar un servicio digno. Sencillamente, surrealista.