La pasividad de la confrontación

Leonardo Rodríguez no quiere que José Francisco Reyes siga siendo alcalde de Yaiza. Gladys Acuña tampoco. Al menos, eso es lo que vienen asegurando desde hace meses. Pero mientras tanto, el alcalde sureño sigue manteniendo un ...

10 de diciembre de 2007 (14:17 CET)

Leonardo Rodríguez no quiere que José Francisco Reyes siga siendo alcalde de Yaiza. Gladys Acuña tampoco. Al menos, eso es lo que vienen asegurando desde hace meses. Pero mientras tanto, el alcalde sureño sigue manteniendo un ...

Leonardo Rodríguez no quiere que José Francisco Reyes siga siendo alcalde de Yaiza. Gladys Acuña tampoco. Al menos, eso es lo que vienen asegurando desde hace meses. Pero mientras tanto, el alcalde sureño sigue manteniendo un gobierno en minoría que esta semana sumaba su sentencia judicial número 17 anulando licencias que concedió en Playa Blanca. Y además, tampoco lograba sacar los presupuestos de este año, cuando queda menos de un mes para que termine, porque recibieron el voto en contra de todos los grupos de la oposición.

Rodríguez dice que han vuelto a iniciar conversaciones para formar un nuevo gobierno de Coalición Canaria y PIL en Yaiza. Gladys lo niega. Y lo único concreto pasados más de cinco meses desde las elecciones es que lo que les separa es más que lo que les une, pese a que ambos, y especialmente Gadys Acuña, que ya jugó un duro papel de oposición en la pasada legislatura, aseguran tener claro que la continuidad de Reyes es mala para el municipio.

En medio, además de estrategias personales, se encuentra también la encrucijada de la próxima cita electoral, ya que todos los partidos nacionalistas, incluido ahora el PIL, han mostrado su voluntad de buscar uniones para las elecciones generales, y por descabellada que parezca, la opción de una alianza del PNL de Reyes, Juan Carlos Becerra y Pedro de Armas con los de Dimas Martín sigue sonando entre las quinielas. Y mientras esa posibilidad siga sobre la mesa, parece complicado que sea precisamente el PIL quien arrebate al Partido Nacionalista de Lanzarote su única alcaldía. Por no hablar de lo complicado que resulta también pensar en una sociedad CC-PIL, que aunque en el pasado consiguieron aparcar muchas desavenencias, ahora tienen abiertas heridas demasiado recientes.

Pero mientras unos y otros deshojan la margarita, envueltos en confrontaciones o en busca de idilios de una estación, la pasividad es lo que envuelve a las instituciones. Y no sólo al Ayuntamiento de Yaiza. En este caso es la oposición la que no se entiende para cambiar el rumbo del municipio, pero en otros casos, las diferencias dentro de los grupos de gobierno generan la misma situación. Y es que si es difícil alcanzar un pacto para formar gobierno, no lo es menos mantenerlo después durante cuatro años, como bien sabe esta isla, que ha visto desfilar alianzas tan sorprendentes como efímeras.

Ahora, los rumores de crisis llevan sobrevolando desde hace semanas al reeditado pacto PIL-PSOE que, pese a ser un viejo conocido, lo cierto es que ahora se desenvuelve con personas distintas y con circunstancias distintas.

Las diferencias sobre el Plan General de Arrecife fueron el primer y principal ejemplo, y van pasando los meses sin que se tome una decisión definitiva, pese a que tanto la postura de Enrique Pérez Parrilla como la de Antonio Hernández requerían comenzar a actuar con urgencia. Pero a día de hoy, se sigue sin saber si el documento se va a revocar, como prometieron en campaña, o si se va a mantener introduciendo modificaciones sustanciales. De momento, ni una cosa ni la otra.

Las tiranteces están ahí, de eso no hay duda, en éste y otros temas. Y desde luego la situación de Dimas Martín, que ya contaba con estar disfrutando del tercer grado penitenciario y que finalmente sigue viendo retrasada esta decisión, después de que incluso "por un error burocrático" llegaran a notificarle que le había sido concedido, no ayuda a mantener relaciones cordiales.

Pero por más que sea importante saber si el pacto PIL-PSOE se mantendrá o no, o por cuánto tiempo, lo esencial es que la confrontación no lleve a la pasividad. Ni en las instituciones que ellos gobiernan ni en el resto en el que no se obtuvieron mayorías absolutas. Porque una crisis institucional es grave, pero lo verdaderamente insostenible es que la falta de acuerdos lleve a no hacer nada. De eso, Lanzarote ya ha tenido bastante.

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