La cuestión catalana

Diego Arrebola Gómez
3 de octubre de 2014 (16:17 CET)

Como ciudadano de a pie quiero expresar mi opinión sobre el tema de la independencia de Cataluña. Antes apuntaré un par de premisas.

Personalmente no creo que exista ningún motivo, fuera del interés egoísta, para que existan los fronteras. Son creaciones artificiales del hombre y, por tanto, no tienen porqué ser inamovibles. Pueden modificarse, aumentarse o desaparecer. En mi opinión la mejor forma sería que con el tiempo fueran desapareciendo y no solo me refiero a las que están marcadas en un mapa, sino también a las invisibles, pero más peligrosas, de las injusticias y las desigualdades. 

En segundo lugar hago notar que casi nunca me creo lo que dicen los políticos. Ellos tienen que vender productos y emplean dos niveles: la fachada bonita para venderlo, y lo que verdaderamente quieren, que tienes que adivinarlo tú. Este caso no es diferente y puedo sospechar, aunque no puedo dar por cierto, qué es lo que verdaderamente pretende cada formación política. De todas formas esto no cambiaría mucho el análisis.

Sentado esto, si miramos los motivos que expresan los independentistas y los no independentistas vemos que, como los mandamientos se reducen a dos: el interés egoísta y en el caso de algunos nacionalistas ilusos puede ser que se crean lo del sentimiento. (A esto recurre el hecho de que bajen la edad de consulta a los 16 años. A esas edades es más fácil de encauzar a las personas por el sentimiento que por el razonamiento).

De todas formas, con respecto a los sentimientos, estamos cansados de ver multitud de ejemplos a lo largo de la historia de que existen solo a las maduras y nunca a las duras. 

Queda por tanto para mí claro que esto es, como casi todo, cuestión de egoísmo y cada cual emplea su fachada para hacer bonita su posición. Así los catalanes invocan la consulta sólo porque creen que ésta les favorecería y lo mismo sucede con los que recurren a la ley. Los primeros no quieren una consulta a nivel nacional porque creen que perderían, (y por lo menos es cuestión discutible si esto es asunto de los catalanes o de todos los españoles) y los segundos se saltan la ley cuando les interesa. 

¿Y a estas alturas qué se ha conseguido? Crear un malestar, quizás imposible de resolver en muchos años, entre catalanes entre sí y entre catalanes y españoles. Posiblemente ni siquiera la independencia solucionaría el problema. Y mientras tanto el capitalismo neoliberal frotándose las manos viendo a sus marionetitas peleándose. Cambiar esta dinámica no es cuestión puntual. Hay que cambiar los valores. Mientras que sigamos hablando de competitividad y egoísmos no iremos a ningún lado y sólo estaremos afianzando la política que nos está fastidiando a todos y favoreciendo al capitalismo. No habrá esperanza hasta que estos valores no los cambiemos por la colaboración, la igualdad, la justicia y democracia auténtica y de verdad siempre, y no a cuentagotas cuando interesa a parte.

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