Cerró Tamaragua, otro de los legendarios negocios de la calle Real

Por C. García A Fala, y todos los que compartimos trabajo en Tamaragua:Los negocios de toda la vida de la calle Real poco a poco ven como sus puertas se van cerrando, edificios con mucha historia, ubicados en bienes arquitectónicos de ...

2 de marzo de 2012 (12:07 CET)
Por C. García
A Fala, y todos los que compartimos trabajo en Tamaragua:Los negocios de toda la vida de la calle Real poco a poco ven como sus puertas se van cerrando, edificios con mucha historia, ubicados en bienes arquitectónicos de ...

A Fala, y todos los que compartimos trabajo en Tamaragua:

Los negocios de toda la vida de la calle Real poco a poco ven como sus puertas se van cerrando, edificios con mucha historia, ubicados en bienes arquitectónicos de importante valor, albergan estos comercios, que bajo sus maderas, altos portalones, fachadas majestuosas, lozas originales, y años de cuidado y esmero, han visto como la decadencia del comercio minorista ha hecho mella en su historia.

Otro de los grandes comercios cierra sus puertas, Comercial Tamaragua. Bárbara Rodríguez, más conocida por Fala, cierra sus puertas y se jubila, y con ella, una de las tiendas más importantes que ha tenido Arrecife, de ropa, calzado, novia, comunión y complementos.

Le embarga la amargura de una vida entre trajes de chaqueta, zapatos, viajes a Madrid, Barcelona, a mayoristas, para llenar una tienda que ya forma parte del pasado de la calle Real. No se queja; con tristeza, afronta una decisión dura, por todo lo que deja atrás, no sólo de trabajo, sino por todas esas personas que han formado parte de esta gran familia que ha sido Tamaragua. Hoy mantiene un recuerdo muy grato de todas y cada una de las personas que fueron fieles trabajadores en este negocio familiar en el que han apencado hijos, sobrinos y primos.

Mira con el alivio del que cierra un negocio que ya no da ganancias, pero con la tristeza de deshacerse de todo ese mobiliario, mesas, sillas, lámparas de grandes dimensiones, acordes con el tamaño del establecimiento que durante tantos años, ha recibido a la clientela insular y extranjera y que son parte de la historia de esta casa y sobre todo de proyectos ilusionantes del pasado.

Fala, como todos los negociantes de la época, ha vivido para trabajar, bien conoce lo que es estar arriba, y también lo que es, no tener nada. No le asusta ni su devenir, ni terminar sus días en un piso más grande o en un apartamento pequeño, le preocupa el devenir de sus hijos, sobre todo, los que también han formado parte de este negocio. Recuerdo con especial cariño y hasta me produce risa, aquel libro de cuentas, que revisábamos cada mes, en el que Fala anotaba las compras que se iban pagando poco a poco, de clientes fieles, que nunca le fallaron. Recuerdo aquellas mañanas y tardes marcando de manera manual la ropa y el calzado de temporada recién llegado, ¡nada que ver con la actualidad!, recuerdo aquel ordenador, creo que el primer ordenador que tuvo la empresa, y aquellos primeros trabajos de facturación on-line. ¡Cuántos recuerdos, cuántas risas, aquella caja fuerte, que parecía de un Gran Banco, y que nunca se logró llenar!

Entre cajas de zapatos vacías, por la liquidación final, entre vestidos de novias, y tocados, cierra uno de los negocios importantes de la calle Real. Anoche miré a Fala, en su esquina, detrás de la caja y a la subida de la majestuosa escalera de madera, que da paso a la zona de novias, y no puedo dejar de sentir algo de añoranza, no puedo dejar de sentir que en el fondo se rinde ante la evidencia de las cifras.

Ahora solo quedan habitaciones vacías, y el recuerdo de un negocio que fue muy próspero en su momento, y que el paso de tiempo, las franquicias y el "made in China", ha ido apagando.

Si tuviera que poner música a este escrito, sin lugar a dudas, sonaría, la canción que durante tantos años escuché en Tamaragua, desde la oficina de Fala, que compartí durante 4 años?."será maravilloso viajar hasta Mallorca?."?cada mañana y tarde, sonaba la canción en casette, que luego dio paso a un equipo de música, y que por inercia, tarareábamos al abrir las puertas del negocio a las 9 de la mañana y 4.30 de la tarde. Disfrutábamos entre risas y alguna coreografía, toda la plantilla, en ese momento que contaba con unos 10 trabajadores.

La Calle Real de la que hablo, tan sólo es un recuerdo de hace 14 años, y que tenía algo especial, siempre recuerdo ese trabajo con cariño y mucha alegría. Éramos una gran familia, como lo eran los empresarios de la zona entre ellos. Muchos de los comercios, rondando la veintena, en estos años, han cerrado y otros han traslado sus negocios a otras zonas.

Gracias Fala, porque siempre tuviste un gran corazón, por hacernos partícipe de la historia de Tamaragua, y por las horas de dichas y desdichas que hemos vivido juntas. Gracias a Mónica, Fedi, Teresa, Juanvi, Mariano, Elisa, Lori, Paca, Pili, Ana, Mary, a los chicos de la bolera, a Paco, a Domingo Lasso, a la gente de la asesoría y bancos que cada día visité?.y a otras muchas personas que forman parte de todos estos años y no he mencionado.

En breve, se quedarán completamente apagadas las luces, se cerrarán todas las puertas, y la historia continuará.

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