Es tiempo de reflexión, de analizar el modelo de atención creado durante estos 40 años. Su continente es el Hospital Insular de Lanzarote. Sus remodelaciones nos han permitido desarrollar un modelo de atención geriátrica sin precedentes. Sin él, no habríamos sido lo que somos desde el punto de vista profesional; sin él, Lanzarote no aportaría la calidad de cuidados que la caracteriza. Él es referente de atención geriátrica en nuestra isla y comunidad autónoma, como así también en el ámbito del territorio nacional.
Han sido años de lucha, estudio y trabajo de muchos profesionales que hemos encontrado una razón para seguir avanzando. Han existido momentos intensos en la comunicación con los diferentes gestores para dar a entender que los niveles de atención en el marco de la geriatría se definen por espacios dignos, con los profesionales y los recursos adecuados.
Gracias, Hospital Insular; gracias por permitirnos ver el valor de los cuidados a las personas que necesitan protección en el contexto de la vulnerabilidad de nuestra condición humana. Gracias por aprender, construir y permitirnos cuidar con calidad.
Debemos congratularnos, festejar la labor desarrollada en el marco del Hospital Insular. Hoy, su infraestructura es precaria y está al final de su vida útil; hoy su obsolescencia es una realidad, pero su grandeza radica en el modelo asistencial que se ha implementado.
La historia de este modelo asistencial debe ser recordada siempre, ya que es un gran valor que tenemos en nuestro presente y que debemos proyectar hacia el futuro. Pues, si no tenemos en cuenta nuestra historia asistencial, resulta difícil fundamentar su continuidad y desarrollo.
El Hospital Insular nos ha regalado muchos años de vida. Se ha adecuado a los cambios sociales y al desarrollo de la atención sanitaria con mucha dignidad, gracias a todos los profesionales, al sentir que la condición humana frágil, sin recursos, así como las familias, necesitan unos cuidados centrados en la persona para respetar su dignidad.
Construir un nuevo Hospital Insular o reconstruir su infraestructura actual es el reto de los nuevos tiempos. La implicación política y social deben ir de la mano, para continuar garantizando unos cuidados específicos y dignos centrados en las necesidades de las personas vulnerables en el marco de la geriatría; y de este modo, Lanzarote pueda conservar el signo de excelencia en los cuidados que tanto la caracteriza.
En nuestra memoria y en los anales de esta tierra, el Hospital Insular siempre será un referente de atención, una entidad única, tal como lo ha sido y es César Manrique. Ambos son referentes cruciales para nuestra tierra y que nos enriquecen como sociedad.
No hay memoria que perviva sin la lucha por conservarla, alimentarla y proyectarla.
Brindo por el regalo asistencial que el Hospital Insular nos ha hecho. Brindo por sus profesionales, a quienes abrazo de corazón.








