Bésame hasta que SUMAR sólo sea una operación matemática y VOX únicamente un diccionario

Nieves Arrocha
29 de julio de 2023 (13:07 CET)

Con la temporada estival llegan las tardes interminables de baños en Papagayo o Famara con puestas de sol ensalitrados. Endulzarnos las noches sentados en la acera de casa con una sandía de Soo o un polo de hielo de Tinajo. El calor trae también esos amigos que alguna vez en la vida decidieron vivir fuera de casa y con ellos es ley no escrita disfrutar de las romerías, parrandas y verbenas de los pueblitos de nuestra tierra. En el resumen de todo esto suele aparecer también un amor de verano que terminará en el paseo por los cochitos de San Ginés mientras se comen una piña de manises.

Todo lo anterior no es una extracción de una novela de RTVC que ponga en alza el valor de Canarias los meses de verano, es una definición resumida de lo que es un verano en Lanzarote. En 2023 todo cambió y es que uno de nuestros visitantes más singulares, ese que ha decidido poner en el mapa de la agenda nacional el pueblo donde se fabrica el viento, Costa Teguise, se le ocurrió en una maniobra casi sin planificar convocar elecciones. Unas elecciones nacionales un 23 de julio cuando la gente está más pendiente de la tortilla para llevar a la playa que de lo que decida una muy denostada clase política; la sociedad quería que estos comicios pasaran y ya. Por no hablar de los líderes territoriales de los partidos, que llegaron desfondados después de unas revulsivas elecciones municipales.

Como si el título de una novela de Gabriel García Márquez se tratara, muchos pensábamos que iba a ser la crónica de una muerte anunciada, la muerte política de nuestro queridísimo Pedro Sánchez. Al final, resultaron ser las elecciones de la incertidumbre y es que nos quedamos peor que como estábamos.

Si analizamos el Congreso tenemos al partido de la señora que plancha que además de comerse a su propio partido para ser ella la candidata a la presidencia baja en número de escaños a esa extrema izquierda que ya nada tiene que ver con el movimiento que hubo en Sol y el principal apoyo para un “gobierno progresista” como si España sólo progresara con ellos. Del lado contrario está el jinete del apocalipsis que le ha costado varios escaños el creer que las autonomías se pueden disolver como un azucarillo o la superioridad moral de la que hace alarde para definir el bien y el mal de un país. En mi pueblo se diría que se quedó compuesto y sin novio pues se le veía muy feliz en un sillón de color azul con los más populares rindiéndole pleitesía.

España siempre ha sido un país tranquilo. Electoralmente le gusta moverse en el centro y ahí nos encontramos con los reyes de la polarización y el bipartismo: un PSOE que salió a quemar todas sus naves (todas menos el Falcon) con la esperanza de que unas elecciones veraniegas y la presidencia europea les ayudasen a salvar los muebles que ya lo creo que lo hicieron, contra todo pronóstico, pero lo hicieron. El esperado gallego y vencedor fue, se quedó más noqueado que con un golpe de Urtain al ver que la derecha vasca no iba apoyar un gobierno que incluyese derechas extremas. Reflexión deberían hacer los afiliados a los charranes pues no creo que Génova soporte una nueva división interna aún más si cabe cuando han ganado unas elecciones.

Luego están los otros del Congreso, que no son tan otros cuando la gobernabilidad de España y el respeto a la Constitución está en sus manos. La izquierda vasca y el independentismo catalán son la Eva de nuestro Pedro ofreciéndole la manzana del poder a cambio de un referéndum para la independencia. Teruel esta vez no existió para los ansiados sillones rojos de la carrera de San Jerónimo, cosa distinta fue Canarias, donde Cristina Valido puede resurgir como el Ave Fénix después de cuatro años de su salida como consejera del GobCan.

El nacionalismo canario debería de coger un paquete de munchitos y un Clipper para sentarse a pensar hacia dónde queremos ir, en especial el señor Román Rodríguez. El señor del abanico se creció después de estar cuatro años sentado junto a el presidente gafe; además creyó que, sumando sin sentar bien las bases, a toda plataforma municipalista que tomase un café con ellos iban a arrasar en Canarias. La realidad es que arrasó, pero en su casa y poco más, quedándose sin escaño con un escoramiento hacia la izquierda imposible de borrar en un mes y tener altura de miras para ir de la mano de Coalición Canaria. A los de Clavijo, que han conseguido hacer brillar las estrellas gracias a la sucesora de la que parecía insustituible Ana Oramas y las quesadillas de El Hierro, deberíamos de poder denunciarlos porque después de estar meses levantando ruedas de camión en el paleo llega el momento de estrenar el bikini y a ver quién le dice que no a una chocolatina Tirma.

Pues ese es el cambalache que hay en Madrid y con una subida monumental en los precios de las cosas, pensé yo que se iban a quedar donde Ayuso para arreglar las cosas, pero se van de vacaciones y en unas semanas se nos ocupa la Mareta con nuestro querido Pedro. Yo lo llevaría a la romería de Caleta de Famara para ver si con Laje invitándolo a un trozo de vieja seca se le quita la bobería y para formar gobierno no cuenta con romper la Constitución, lo mismo hasta se aprende cuáles son las rutas migratorias del país.

La aritmética política es la que es y juega en todos los sentidos, pero después de lo que ha vivido España y la clara bajada de los extremos por qué el tener que contar con ellos puede salir tan caro para el país, al punto de muy probablemente tener que convocar de nuevo las elecciones. Evidentemente lo que intento plasmar en este artículo de opinión con toda la ironía que se me ocurre es el hartazgo que siente la ciudadanía de la política gracias a que algunos políticos se empeñan en enredar mientras se sigue ahogando a impuestos a la clase media y muchos ciudadanos deben elegir entre ponerle gasolina al coche o comprar más carne y pescado en la compra mensual.

Así que sin ser yo experta en nada les doy un consejo: disfruten de cada segundo del verano, de los amigos, del salitre, de la comida, de los ratitos, de nuestra isla, de las fiestas patronales y, por qué no, de ese amor de verano al que puedes sorprender si son amantes del contubernio político diciéndole “Bésame hasta que SUMAR sólo sea una operación matemática y VOX únicamente un diccionario”.

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