Alemania: Deuda pública y recetas

Por Damián Peña Alemania acaba de colocar Deuda Pública prácticamente al 0 por ciento (Cero), es decir, gratis. Es la primera vez en la historia que Alemania ha podido financiarse sin pagar interés alguno. Concretamente, consiguió obtener ...

24 de mayo de 2012 (22:00 CET)
Por Damián Peña
Alemania acaba de colocar Deuda Pública prácticamente al 0 por ciento (Cero), es decir, gratis. Es la primera vez en la historia que Alemania ha podido financiarse sin pagar interés alguno. Concretamente, consiguió obtener ...

Alemania acaba de colocar Deuda Pública prácticamente al 0 por ciento (Cero), es decir, gratis. Es la primera vez en la historia que Alemania ha podido financiarse sin pagar interés alguno.

Concretamente, consiguió obtener unos 4.555 millones de euros en el mercado financiero internacional, lo que demuestra la confianza de los inversores en el Estado alemán y, por otra parte, la gran desconfianza existente en los demás países. España, por el contrario, está pagando alrededor de un 6 por ciento de interés por su Deuda Pública. Puestas así las cosas uno podría llegar a la conclusión de que Alemania es Alemania, todo le va bien, mientras que en España, todo lo contrario y a resignarse toca.

Pero la otra conclusión posible es que estamos ante un espacio económico tremendamente desigual, que tiene una moneda única y, sorprendentemente, carece de mecanismos e instrumentos reguladores comunes. Lo que se ha evidenciado es que el espacio euro no cuenta con un gobierno económico, la Comisión Europea ha demostrado ser un fracaso absoluto en ese aspecto.

Esa falta de dirección económica-monetaria la está supliendo Alemania, que está imponiendo unas recetas, que muy posiblemente son válidas para su estructura económica nacional, pero que a otros países, como el nuestro, los están situando al borde del colapso y de la asfixia económica.

La economía alemana está orientada a la exportación y no cuenta con un mercado interior muy consumista. El dato macroeconómico más enfocado y de referencia es el de la inflación. El miedo a la inflación, basado en hechos históricos, es el que, de alguna forma, marca y condiciona la política económica alemana.

En el mercado laboral alemán no es, ni mucho menos, todo oro lo que reluce. Los índices de desempleo en Alemania parecen muy aceptables, pero están basados en lo que ya toda Europa conoce como fórmula de "minijob", que para decirlo de alguna manera es un invento basado en el multiempleo en precario que resulta viable gracias a los amplios y variados mecanismos supletorios del Estado de Bienestar alemán.

Pretender aplicar las recetas alemanas de reducción y recorte en seco no pueden resultar viables en España ni en otros países con sus mismas o similares estructuras socio-económicas a menos, claro, que importe bien poco empeorar drásticamente las condiciones de vida de la población y se esté dispuesto a poner en peligro la paz social. No puedes pretender crear un mercado laboral en precario, recurriendo al modelo alemán, sin que lo complementes con las ayudas de la red de protección social del Estado alemán.

La clase empresarial no cesa de pedir la aplicación de criterios empresariales en la gestión pública. Y podríamos recurrir al ejemplo de un supermercado, que va mal. Si quieres ahorrar gastos despides a las cajeras, los reponedores, al personal de limpieza, no te gastas nada en decoración, apagas las luces, no haces publicidad.

Al final tendrás un supermercado sucio, oscuro, donde no encontrarás nada, y tendrás que cerrarlo. La alternativa es darle un impulso al negocio, fomentar las ventas a través de mejorar la oferta, con personal formado y motivado, un local agradable y atractivo para la clientela.

En España estamos apretándonos tanto el cinturón que estamos en peligro de cortarnos la respiración. Es evidente que tenemos que suprimir gastos superfluos e innecesarios, pero no es de recibo que estos gastos superfluos e innecesarios siempre tienen que estar situados en la sanidad, la educación y en todo lo que entendemos que implica un Estado del Bienestar. Porque, al fin y al cabo, el objetivo final de la política debe ser buscar el conservar y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

Todo lo que sea condenar a generaciones enteras a empeorar su nivel de vida me parece ilógico y sin razón de ser. Antes de eso prefiero que algunos bancos, fondos de inversión y de especulación paguen sus impuestos y recorten sus beneficios. Resulta curioso y profundamente revelador la tremenda dificultad que supone crear y aplicar un impuesto sobre las transacciones financieras especulativas.

Si los Estados no disponen de los mecanismos necesarios para imponerse a lo que llamamos mercados financieros, pero que no son otra cosas que los propios bancos a los que hay que inyectar miles de millones para sanear sus balances, entonces habrá que plantearse ya otra cosa.

Tenemos que dejar ya de sentirnos culpables de la crisis. Los culpables reales de la situación son los que ahora nos quieren convencer de que para superar la crisis financiera es absolutamente imprescindible imponer contratos de trabajo con 12 meses de prueba y el despido a precio de saldo.

Si no queremos perpetuar la recesión económica en España tendremos que escuchar las cada vez más frecuentes voces, entre ellas del nuevo presidente francés Hollandé, que piden impulsos para reactivar la economía y fomentar el crecimiento.

Damián Peña, portavoz de Opción por Lanzarote

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