El acusado, en el acto de la vista del juicio oral, se confesó culpable de los hechos, y se conformó con las penas interesadas por el Ministerio Fiscal y la acusación particular, conformidad que fue ratificada por el letrado defensor el cual estimó innecesaria la continuación del juicio.
La sentencia relata que, en horas de la noche, el condenado, entró en la habitación de su hija Laura D. R. de tan solo 12 años de edad, mientras dormía en el hogar familiar sito en la calle Orense de la capital grancanaria, consciente de que su esposa se había ido a trabajar y que su otro hijo Roberto se encontraba ausente, y comenzó a tocarle los genitales a pesar de las reiteradas negativas de la menor hasta que percibió la presencia de Roberto.
"Posteriormente y una vez que en el mes de junio del mismo año el acusado se separó de su mujer, en una de las ocasiones en que su hija Laura fue a pasar el fin de semana con él en compañía de la prima de ésta de once años de edad, durmieron los tres juntando las dos camas pequeñas que había en el estudio que ocupaba el acusado en la calle Alfredo L. Jones de la ciudad capitalina, de suerte que la menor Laura se colocó entre ambos, circunstancia que el acusado aprovechó para con renovadas intenciones lascivas meter las manos por dentro del pijama de su hija y hacerle objeto de diversos tocamientos tanto en los pechos como en la zona genital de los que nada dijo a su madre por temor a la reacción de su padre", explica el escrito judicial.
Durante la segunda quincena del mes de abril de 2001, la menor fue nuevamente al domicilio de su padre ?el acusado- para pasar el día con él y cuando la misma dormía la siesta, el acusado, "con deleznable ánimo lascivo, se metió en la cama con ella y comenzó a tocarla hasta que la niña se levantó y fue al baño".
En una última ocasión, "el acusado animado por claras intenciones lúbricas nuevamente hizo objeto a la menor de diversos tocamientos en sus órganos genitales, cuando ésta dormía la siesta", explica.
ACN Press