Pero la historia de la Casa del Miedo no empieza ahí, comienza con la iniciativa de unos vecinos de la zona que se reunían por las inmediaciones del charco a jugar a la baraja y a "echarse un pizco" entre amigos. De eso hace ya alrededor de treinta y cinco años cuando ni siquiera estaba constituida la sociedad como tal. Luego consiguieron instalarse en la Casa del Miedo, pero no la actual, sino la verdadera casa que daba miedo por carecer de luz y agua, "donde echábamos parrandas y jugábamos a la baraja entre telas de araña y oscuridad, la Casa del Miedo donde ahora hay un solar sin construir", comenta el presidente de la sociedad, Manuel Basilio Santana o Manolín, como todos le conocen. Manolín comenta que los herederos de la antigua sede quisieron vender y derribar el edificio "que se estaba cayendo y daba aún más miedo". Entonces fue cuando a trancas y barrancas fueron cambiando de sitio hasta que se instalaron definitivamente en el local actual, construido por los mismos socios con escasos recursos materiales. Para la casa, que se dio de alta el 24 de abril de 1987, "pusimos cada uno de los fundadores algo así como 20.000 pesetas para poder levantarla", añade Manolín
En la actualidad aún resuenan las conversaciones de hace ya más de una treintena de años, las fiestas de San Ginés que a tanta gente han congregado en el charco y la antigua murga de la Casa del Miedo, "pionera en los carnavales de Lanzarote y hecha exclusivamente para divertirnos y no para competir", añade Manolín. Estos recuerdos se unen a la memoria de los que ya no están en la sociedad pero permanecen imborrables. Tal es el caso de José Trujillo Cañada, o también llamado "Titi Pepe", uno de los socios que supo dar un espíritu genuino a la Casa del Miedo. Manolín, presidente de la sociedad, aún tiene la imagen de "Titi Pepe" bailando en la murga porque "nos hizo pasar muy buenos ratos con su temperamento, que mantuvo hasta los últimos momentos de su vida". Otro de los más veteranos fue el vecino de la Casa del Miedo, Santiago Betancor, fiel a sus visitas diarias a sus vecinos de la sociedad. La Casa del Miedo está llena de fotos y recuerdos. Son muchos los que han visitado este lugar donde se congreganvecinos de todos los barrios de Arrecife. En las paredes hay imágenes de los veteranos que antes jugaban al fútbol, de barquillos construidos por ellos mismos para las regatas de vela, e imágenes de un apacible Arrecife que a fecha de hoy a cualquiera le parecería irreconocible.
La sociedad de la Casa del Miedo tiene ciento noventa y dos socios captados durante todos estos años por el mero hecho de hacer sentir cómodo a todo el que la visita. Es fácil saber qué sabor tiene la historia de la Casa del Miedo. Sabor a mar, a pescado y a ajetreo vecinal. Todo lo que allí se encuentra tiene relación directa con el mar: barcos, decoración con ojos de buey, barquillos, velas, y por supuesto el charco de San Ginés. Un lugar donde todos los años se celebran fiestas que antaño eran muy visitadas porque "hacíamos campeonatos de vela, envite, domino, y juegos para niños como el jolatero y lacucaña, dos juegos que han persistido en la tradición de la Casa del Miedo. "Un jolatero es una barquita hecha con un bidón, eran muy difíciles de manejar y si no tenías cuidado se reviraba" comenta Manolín recordando muchas de las anécdotas fruto de caídas y revolcones de los participantes.
Hoy en día la Casa del Miedo sigue conservando su vitalidad, con nuevos proyectos en mente y con ilusiones renovadas, pero sobre todo haciendo que todo el que aparezca por allí se sienta como en casa. La sociedad continúa organizando fiestas que este año coincidieron con el XIX Aniversario. Además en la actualidad pone en marcha iniciativas como talleres de pintura o macramé, campeonatos de baraja, charlas, etc...
Manolín, actual presidente de la sociedad, y José Manuel Gutiérrez, primer presidente de la Casa del Miedo, hablaban de ponerse a montar algo nuevo. La conversación sonaba a parranda. Quizá no se vuelva a recuperar las risas de la antigua murga y es posible que no se repita la presencia de una figura como la de "Titi Pepe", pero a la Casa del Miedo todavía le queda mucho camino por delante. A modo de recuerdo, si pasean por el charco de San Ginés es posible que vean dos tibias y una calavera: no son piratas temerarios, son vecinos de Arrecife que, sin las telarañas y la oscuridad que un día les dio nombre, mantienen intacta la apacible vida a orillas del charco.