El pasado viernes 23 de abril el salón del centro socio cultural Achimencey de La Asomada se llenó hasta la bandera de familiares, amigos y vecinos de Pablo Hernández González pregonero de las fiestas del pueblo que le vio nacer.
Flanqueado por el alcalde del municipio, José Francisco Hernández y el concejal de fiestas, Francisco Javier Aparicio, Pablo Hernández comenzó la lectura de su pregón.
Un texto muy emotivo llevo de anécdotas y vivencias que en algunos momentos hicieron esbozar más de una sonrisa pero no faltaron las otras, las que a más de uno de los presentes hizo que la lágrimas se deslizaran por las mejillas.
Hernández fue detallando la difícil situación que le tocó vivir. "Siendo muy niño, desde que salia de la escuela se iba a trabajar el campo". También contó una de las experiencias más amargas por las que tuvo que pasar, "con solo 16 años y con la sola compañía de mi gran amigo, Pablo Reyes nos lanzamos a la aventura en busca de un trabajo con el que ganar algún dinero para ayudar a la familia y sin saber cómo, llegamos a Bélgica"."Y consiguimos trabajo en un petrolero", explicaba Hernández, petrolero en el que estuvieron dos años y con el que dieron la vuelta al mundo.
Un día decidieron volver a Lanzarote y a su querido pueblo de La Asomada al que siempre llevó muy dentro. Ya en casa, Pablo recordó cómo en el año 1.971 "los jóvenes del pueblo le eligieron presidente de la comisión de fiestas y consiguieron celebrar la primera verbena que se hacía en el pueblo llegándose a recaudar unas 70.000 pesetas de la época", Dinero que se entregó al párroco para poder así terminar la iglesia.
Otra de las anécdotas simpáticas que contó fue la que hizo referencia a que "en mi pueblo por aquellos años, a pesar de lo mal que se vivía, las familias hacían niños a montones, como si de una fábrica se tratase, ya que solo cuatro matrimonios sumaban 51 hijos". Pablo reflejó con mucha nostalgia cómo ha cambiado el entorno del pueblo que le vio nacer, "ya nada es igual, cada uno va a lo suyo y apenas queda tiempo para charlar y echar una partida a la baraja y menos aún para un partido a la bola".
Finalizada la lectura del pregón, Pablo cogió su guitarra y obsequió al público con una canción compuesta por él y que estaba dedicada a Lanzarote y a La Asomada. Acto seguido se unieron sus compañeros Manolo Guadalupe y Eugenio Martín con los que dan vida al llamado "Trío Los Roncos", y con mucha animación interpretaron varios temas finalizando con un popurrí de canciones mejicanas a las que también se unieron las voces del público.
