Y llegó el lobo

Aunque a nadie le gusta mentar la soga en casa del ahorcado, comienza a ser palpable que la economía insular se enfrenta a un ciclo económico bajista.Pese a las cifras de crecimiento del PIB español de alrededor del 4%, ...

14 de septiembre de 2007 (06:58 CET)

Aunque a nadie le gusta mentar la soga en casa del ahorcado, comienza a ser palpable que la economía insular se enfrenta a un ciclo económico bajista.Pese a las cifras de crecimiento del PIB español de alrededor del 4%, ...

Aunque a nadie le gusta mentar la soga en casa del ahorcado, comienza a ser palpable que la economía insular se enfrenta a un ciclo económico bajista.

Pese a las cifras de crecimiento del PIB español de alrededor del 4%, sustentado en un consumo potente derivado de los altos niveles de empleo, lo que Zapatero viene a denominar una economía de Champions League, aquí en nuestra tierra chica comenzamos a verle las orejas al lobo de la crisis.

El primer síntoma, el que todos notamos, es el estrangulamiento en el poder adquisitivo de las familias, con un coste de la vivienda alto y unos tipos de interés en ascenso, amén de una cesta de la compra cuyo imparable encarecimiento ahoga toda esperanza de holgura económica a fin de mes para el común de los conejeros.

A nivel empresarial, la debilidad del sector turístico y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria comienzan a tener sus efectos sobre este tipo de empresas y su estabilidad económica y financiera, sobre el empleo que generan y sobre toda la economía que inducen, de manera que bancos, asesorías, notarías y demás empresas de servicios comienzan ya a notar sus efectos.

Los hoteleros de la isla vienen sufriendo en silencio las penurias de un preocupante descenso en los niveles de ocupación durante los últimos tres años y, lo que es peor, una aún más grave caída de sus precios, en niveles de los años 90, cuando vivíamos una crisis económica de importante envergadura. Comienzan a verse establecimientos que no aguantan el tirón y se convierten en unidades residenciales a la venta.

El porqué de este proceso se debe a factores sobre los que poco podemos hacer, como la fortaleza del euro que abarata otros destinos y la debilidad de los antaño boyantes países europeos que nos aportaban turistas, como Alemania, Reino Unido o Francia. Pero también se debe a aspectos sobre los que parece que no aprendemos la lección y que sí están en nuestras manos, como poner coto a un creciente exceso de la oferta hotelera y mejorar las políticas promocionales de la Isla.

También la construcción, con creciente peso en la economía y alentada quizá por el efecto de la Reserva de Inversiones Canarias, ha permanecido ajena a las constantes alertas sobre la burbuja inmobiliaria en España y así hemos vivido un aumento frenético de las promociones en la isla , sin importar a veces aspectos formales como la existencia o no de licencia para construir.

Y es que nadie es capaz de dar un descanso a la gallina de los huevos de oro hasta que ésta ronda la extremaunción. Es la exhuberancia irracional que decía Alan Greenspan llevada al terreno de la economía insular.

Ahora que parece que nos van llegando los efectos de esa palabra tan temida como poco deseable, sólo nos queda prepararnos para un ligero apretón del cinturón y, eso sí, tirar de otras de sus acepciones. La palabra crisis, procedente del griego, significa que algo se rompe y hay que analizarlo. De ahí nace el término crítica, que significa análisis, y también criterio o razonamiento adecuado. La crisis nos obliga a pensar, produce análisis y reflexión y, consecuentemente, empuja a tomar decisiones necesarias. También en chino crisis tiene una doble vertiente, de peligro y oportunidad.

Así que al menos estamos ante una oportunidad de aprender de los errores y proponer medidas correctoras para el futuro a aspectos tan trascendentes como la cesta de la compra, la vivienda o el desarrollo urbanístico y turístico insular.

Y para aquellos afortunados que dispongan de liquidez, lo mismo se presentan ante su particular agosto.

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