Uva para hoy y hambre para mañana

Hablar de la vid y de La Geria es hablar de un santo y seña de la isla. De la esencia de su paisaje y de uno de sus mayores atractivos turísticos. Sin embargo, y pese a la repetida cantinela política de la apuesta por el sector ...

7 de agosto de 2009 (17:56 CET)

Hablar de la vid y de La Geria es hablar de un santo y seña de la isla. De la esencia de su paisaje y de uno de sus mayores atractivos turísticos. Sin embargo, y pese a la repetida cantinela política de la apuesta por el sector ...

Hablar de la vid y de La Geria es hablar de un santo y seña de la isla. De la esencia de su paisaje y de uno de sus mayores atractivos turísticos. Sin embargo, y pese a la repetida cantinela política de la apuesta por el sector primario, Lanzarote sigue sin tener un plan estratégico para afrontar problemas que se repiten cíclicamente.

Ahora, y ante una nueva campaña que llega con excedente de uva y que pone en aprietos a los viticultores, el grupo de gobierno del Cabildo ha lanzado a última hora su propuesta para intentar poner un nuevo parche a la situación, aunque ésta no ha convencido a nadie. A los agricultores, porque consideran insuficientes las ayudas prometidas. A los bodegueros, porque querían que directa o indirectamente se les entregara a ellos el dinero, comprometiéndose así a comprar el excedente de uva, aunque muchos tienen deudas de varios años con los agricultores.

Incluso, los empresarios llegaron a proponer que el Cabildo les comprara a ellos el vino al que no dieron salida en anteriores temporadas, para así "ganar espacio" y poder recibir toda la fruta de este año. Como si lo más normal del mundo fuera que una institución pública invirtiera miles de euros en comprar botellas de vino.

Por la misma regla de tres, y dada la galopante crisis económica, los promotores podrían pedir al Cabildo que les comprara los pisos que no logran vender, o que los hoteles reclamaran reservas de habitaciones por parte de las administraciones públicas. Y lo mismo con el sector del automóvil, la hostelería o los vendedores de pipas.

Indudablemente, las instituciones tienen que dar respuesta a los problemas de la sociedad y de la economía y plantear soluciones, pero éstas no pueden pasar por dilapidar dinero público sin un plan estudiado y con perspectivas de futuro. El problema es que en Lanzarote, la previsión ha brillado históricamente por su ausencia. Y después de haber visto cómo el Cabildo compraba en la anterior legislatura toneladas de uva, para después gastar más dinero en convertirlas en vino que se echó a perder, y de volver a gastar en un innovador proyecto para transformarlo en milagroso "vino-vinagre", que ahora hay que tirar a la basura, parece que nada termina de sorprender demasiado.

Sin duda, las soluciones que no han llegado en años no van a llegar de la noche a la mañana y de alguna manera habrá que resolver la actual situación de los viticultores, pero de una vez por todas, se tiene que decidir qué se va a hacer con el sector. Porque si lo que se quiere es proteger el paisaje de La Geria, sería más lógico otorgar subvenciones o ayudas establecidas a los agricultores que de verdad contribuyen a mantener su imagen, que dedicarse todos los años a comprar una uva que realmente es sólo un estorbo y un nuevo gasto para el Cabildo. Y más cuando no se establecen criterios de pago que diferencien al productor a gran escala del pequeño viticultor artesanal.

Desde luego, no cabe duda de que el Cabildo debe jugar un papel importante para garantizar el futuro de esta actividad económica, tanto con proyectos para impulsar el sector como determinando si debe otorgar ayudas establecidas a los viticultores. Pero ni el problema de los agricultores que de verdad lo están pasando mal ni la necesidad de conservar el paisaje y la identidad de Lanzarote pueden servir de excusa para que algunos se sumen al carro de la reivindicación, intentando sacar provecho propio. Así, sólo se conseguirán poner palos en las ruedas de la posible solución.

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