Lanzarote se está llenando de visitas ilustres en la recta final de la campaña, de eso no hay duda. Hasta el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, estuvo en la isla para apoyar las candidaturas de sus compañeros del ...
Lanzarote se está llenando de visitas ilustres en la recta final de la campaña, de eso no hay duda. Hasta el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, estuvo en la isla para apoyar las candidaturas de sus compañeros del PSOE. Sin embargo, lo que sigue sin haber es un delegado de Gobierno. Desde que Marcial Martín dimitió de su cargo hace casi dos meses para defender su candidatura a la alcaldía de San Bartolomé, no se ha nombrado a un sustituto. Y eso significa no tener un interlocutor válido del Estado en Lanzarote.
Nos visita el ministro del Interior y hasta ofrece un mitin en Costa Teguise, pero no hay un solo representante del Gobierno que pueda salir al paso de los rumores, los miedos y los interrogantes que han abierto en la isla las muertes de dos jóvenes, Cathaysa y Yasmila.
No se trata aquí de revelar secretos de sumario, porque obviamente la prioridad es que se esclarezcan los hechos y para ello puede ser necesario mantener las investigaciones con la discreción necesaria. Pero lo que sí resulta indispensable es que al menos alguien salga a dar la cara. A explicar por qué fueron los familiares los que encontraron los cuerpos de estas dos jóvenes, uno el maletero de un coche y otro semienterrado junto al cementerio. A explicar qué esfuerzos se destinaron a su búsqueda cuando se denunció su desaparición, y también qué esfuerzos se están destinando ahora a resolver los casos.
De hecho, lo único que sabe la sociedad lanzaroteña es que con dos cadáveres sobre la mesa, la isla no tenía ni tiene delegado de Gobierno (sólo hay un representante en funciones), y el comisario estaba de vacaciones. Eso, y que se tardó más de un mes en practicar la autopsia a Cathaysa por falta de especialistas en la isla, y que hasta la pasada semana no le devolvieron el cuerpo a su familia para poder darle por fin sepultura. El resto, rumores y filtraciones de la investigación, que sólo están contribuyendo a enturbiar aún más estos espeluznantes hechos. Y es que, precisamente, ante éste y otros sucesos que están dando alas a comentarios a pie de calle, ése es el problema de que no haya una voz oficial: que cualquier versión se puede convertir en noticia.
Hasta el momento ni siquiera se ha confirmado si el militar que murió de un disparo nada más aparecer el cadáver de Yasmila se suicidó o no, o si tenía que ver con el caso. Sólo hay trascendidos que nadie confirma ni desmiente de forma oficial. De hecho, por cauces oficiales no hay absolutamente nada, pese a la gravedad de los hechos. Es como si para el Estado aquí no hubiera pasado nada, a excepción obviamente de la campaña electoral, porque para eso Lanzarote sí existe.
Alguien debería salir a dar la cara para decir al menos que no se puede decir nada. Para explicar que todavía no se han aclarado los hechos y que no se puede entorpecer la investigación aportando detalles. Pero también, deberían poner sobre la mesa datos que ahora mismo sí son de la incumbencia de toda la sociedad, como con qué medios humanos y materiales se está contando para resolver estos casos.
No hay por qué dudar de la profesionalidad de los agentes que se estén dedicando a ello, pero ante el silencio oficial, muchos lanzaroteños sí dudan de si realmente la isla está contando con los recursos necesarios. Pero en lugar de convocar una rueda de prensa para lanzar al menos un mensaje de tranquilidad, lo que ha habido hasta ahora es sólo silencio.
Es público cuántos agentes buscan a la niña inglesa desaparecida en Portugal, es público cuántos efectivos y voluntarios se han volcado en la búsqueda de Sara y Yeremi, pero es imposible conseguir una respuesta de la Delegación de Gobierno sobre qué medios se han destinado a Cathaysa y Yasmila. Y con eso, más que proteger la investigación, parece que trataran de ocultar las carencias y los cadáveres bajo la alfombra. Quizá es que inmersos en una infinita agenda diaria de ruedas de prensa, mítines e inauguraciones algunos no lo ven así, pero hay cosas muchísimo más importantes que una campaña electoral.