En este curso estrenamos nueva ley de educación, LOMLOE conocida como ley Celaá, solamente se implantará en los cursos impares, que son los que inician ciclo. Trae importantes novedades: la enseñanza por competencias se consolida (dominar saberes básicos y aplicarlos a la vida cotidiana) cuestión ya asumida por la mayoría de los países de la OCDE, se tiende a eliminar la repetición de curso, pues se considera una medida poco eficaz, la religión pasa a ser asignatura no puntuable para el expediente académico (no puede ser de otro modo en un estado que se proclama laico), recuperándose la asignatura de Educación Cívica y Social. Además, se diversifican los distintos itinerarios y modalidades de bachillerato.
Es la octava ley general de educación de nuestra democracia y ha sido aprobada sin consenso, como todas. De este modo, es sumamente probable, que cuando el gobierno central cambie de signo político, sea derogada. Está claro que hacen falta acuerdos en este tema tan sensible e importante. Hay que dar continuidad a las leyes, para que posibiliten el desarrollo educativo a largo plazo, cosa que dificultan los frecuentes cambios.
Para ponerla en marcha, es necesario concretar los currículos a nivel regional de primaria, secundaria y bachillerato. Empezando el curso, aún no están listos, tampoco esta vez se ha implicado al profesorado en su elaboración.
Sigue pendiente el viejo problema de las ratios (número de alumnos por aula, cuya disminución mejora la eficacia de la enseñanza). Estamos ante una gran oportunidad, pues el aumento de profesorado por la pandemia y la baja natalidad, sirven en bandeja esta bajada de ratios. Los recursos educativos y la formación permanente del profesorado no se deben descuidar, ayudaría crear un proyecto de carrera docente.
La vuelta al cole esta resultando más gravosa que otros cursos, pues la inflación llega a todos los sectores. No debemos olvidar que existen programas de gratuidad de libros de texto, cada vez es mayor la implantación de libros electrónicos cuyo precio es mucho más asequible, el reciclaje de material escolar va en aumento, los
comedores están subvencionados y se ha elevado el volumen de becas. Tenemos la suerte de vivir en un país donde la enseñanza en niveles obligatorios y aún más allá, es gratuita. El principal coste, que es la propia enseñanza, está asumido por el estado. Así y todo, nos debe preocupar el 11% de alumnado, que está en riesgo de exclusión.
Estamos hablando de la formación de las nuevas generaciones, cuestión de importancia capital en cualquier sociedad. En un mundo globalizado y cada vez más competitivo, una buena formación es imprescindible; solo así, podremos afrontar el futuro con ciertas garantías. Todo el esfuerzo dedicado es poco.
Citando El Quijote diríamos ¡Cosas verdes Sancho! Yo añado………. Como la
formación de nuestros jóvenes no aúna todos los esfuerzos.