Con el tiempo me he vuelto un tipo algo huraño. Nunca he me llevado bien con tanto protocolo social, pantomima planeada, contenedor de conciencias agitadas, pero, ciertamente no encuentro "mi sitio". Nos preparan para perpetuar una resignación colectiva malentendida que huele a sumisión. Pensar fuera de los márgenes establecidos no se perdona (cadena perpetúa). Las referencias estaban equivocadas.Nunca desaparecieron las relaciones de vasallaje. Hay que cumplir con las tareas encomendadas en una sociedad cada más desigualdad e intolerante con la pobreza... Mientras tanto, los ricos se vuelven más ricos. Y los pobres, pues eso... Conceptos como el desarraigo, la exclusión, la marginación, etc., sólo son efectos nocivos del fracaso de la convivencia comunitaria. Excusas sobran... Las palabras que hablaban de esperanza se las llevó el viento escurridizo... Y el sol las abrasó. Tras la "gran" tormenta, volverán a ofrecernos una reconstrucción donde, básicamente, los mismos de siempre saldrán bien parados. Nunca pierden, se hacen aún más grandes entre la calima de la incertidumbre... No se puede parar lo inevitable.
¡En fin...! Mañana volverá a salir el sol.
Agustín García Acosta. Trabajador social