Habemus Cámara de Comercio

Procede ante todo felicitarnos por la consecución para la isla de una institución económica propia, uno de los primeros entes autónomos que logra Lanzarote y una de las primeras ocasiones en que se superan las tradicionales ...

21 de julio de 2006 (07:31 CET)

Procede ante todo felicitarnos por la consecución para la isla de una institución económica propia, uno de los primeros entes autónomos que logra Lanzarote y una de las primeras ocasiones en que se superan las tradicionales ...

Procede ante todo felicitarnos por la consecución para la isla de una institución económica propia, uno de los primeros entes autónomos que logra Lanzarote y una de las primeras ocasiones en que se superan las tradicionales estructuras administrativas provinciales y regionales.

Un logro conseguido por toda la sociedad de Lanzarote, capitaneado por un grupo de empresarios que derrocharon fe y tesón y que, a su vez, recibieron en tan ardua y loable aspiración el apoyo decidido de instituciones, medios de comunicación y, en definitiva, de toda la opinión pública. Una aspiración ahora lograda y que puede servir de punta de lanza de cara para ulteriores logros en el ámbito de la autogestión administrativa y económica de Lanzarote.

Menos feliz ha sido el proceso electoral y la posterior votación del plenario de la Cámara. Una guerra electoral "a cuchillo", la importancia del discutible método del voto delegado y la imposibilidad de votar para cientos de electores fueron aspectos destacables en los comicios camerales. Incluso se cierne la sombra de la duda sobre si el ya elegido nuevo presidente hizo trampas con sus papeletas, asunto que a estas alturas se encuentra aún pendiente de resolución.

Sin menoscabo de la trabajada y elogiable victoria electoral de la Plataforma Promotora, saldada con un impactante 40-0, las citadas circunstancias del proceso electoral bien podían haber servido para un posterior acto de generosidad. Muy al contrario, los hechos citados no fueron óbice para que el grupo de control de la Cámara rechazara ostensiblemente a los 6 vocales de la Confederación de Empresarios de Lanzarote. Con tan fausto motivo, el señor Spínola y su álter-ego protagonizaron uno de los episodios más lamentables que se recuerdan en la historia político-económica de Lanzarote, sometiendo al Director General de Comercio a un linchamiento moral sin precedentes, que hizo sonrojar a muchos de los allí presentes. Este lamentable episodio tampoco sirvió de efecto balsámico para librar a los 6 vocales de una designación pírrica y degradante, resultando elegidos por tan sólo un voto de los 40 posibles.

No son, por tanto, los mejores antecedentes para un presidente que estrena mandato en una institución que debe ser transparente, plural y abierta. Un presidente con un exitoso perfil empresarial marcado por una agresiva vocación multisectorial, que ahora debe anteponer la defensa del empresariado local y del que está por ver si su nuevo cargo no es sólo un paso más en sus recientes afanes de poder en distintos y variados ámbitos, por encima de las incompatibilidades más obvias y al más puro estilo berlusconiano. Pero un presidente que al fin y al cabo goza de la confianza de un importante y destacado grupo de empresarios que merecen al menos nuestro margen de confianza en la valoración de la gestión en esta incipiente etapa.

Una gestión cameral que tendrá, entre otras misiones, la promoción externa de las todavía limitadas actividades exportadoras, el fomento de la emprendeduría, el desarrollo de nuevas actividades económicas, así como la provisión de una oferta formativa para el empresariado local, todas ellas con el objetivo final de redundar en la mejora competitiva del cada vez más pujante empresariado de Lanzarote.

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