Según el dicho popular de los fracasos se aprende más que de los éxitos, aunque no siempre es así. Ahora, tras el triunfo de la selección española de fútbol masculino en la Eurocopa 2024, vivimos una situación no solo de alegría, sino también de casi euforia colectiva. Ya se sabe, el deporte rey tiene estos efectos. Pero el tema tiene varias vertientes y merece un análisis más profundo.
En primer lugar, merece consideración especial el entrenador Luis de la Fuente. Es trabajador y humilde. Formado en categoría inferiores, no es un entrenador de relumbrón. Habla con los jugadores, los integra. Ha sabido armar un buen equipo. Creo que es un buen representante del español medio.
Los jugadores veteranos, algunos al final de su carrera deportiva, han estado a la altura. No solamente en lo deportivo, también han demostrado generosidad al dejar paso a la siguiente generación, nunca ha faltado su colaboración. En el debe anotar, que el frio saludo institucional del segundo capitán al presidente del gobierno, estuvo fuera de lugar.
Si bien todos los jugadores han brillado a gran altura, habría que destacar, por su magnífico rendimiento, a dos muy jóvenes- Lamine Yamal y Nico Williams. Ambos provienen de familias africanas, inmigrantes subsaharianos. De clase trabajadora, integradas socialmente. Viven precisamente en las dos comunidades autónomas- Cataluña y Euskadi- que más políticas identitarias promueven. Su trabajo de equipo y las relaciones con los compañeros vienen a desmentir la ola de discursos excluyentes, racistas y abiertamente xenófobos que algunos mantienen. La tolerancia e integración se imponen.
También en la selección hay jugadores que han tenido que salir del país para que se les reconociera su valía. Este es el caso de Rodrí, Dani Olmo o Marc Cucurella. Tenían escasas oportunidades aquí y emigraron. Una vez que se les reconoce fuera, es cuando los consideramos. Todo muy español. Una situación similar a la de muchos jóvenes universitarios brillantes, con gran preparación científica y tecnológica, a los que no les queda más remedio que, ante la falta de oportunidades en nuestro mercado laboral, buscar otros horizontes. Esta fuga de talento formado en nuestras universidades, no la podemos permitir.
Esta selección constituye un grupo deportivo heterogéneo, variopinto y multicultural. Con valores de tolerancia e integración, capaz de generar sinergias. Representa a la España plural del siglo XXI. Con su triunfo hemos pasado una página en lo deportivo y avanzado en lo social. Ha evidenciado ilusión, colaboración y sacrificio. Si esta fuera la pauta general de nuestros comportamientos, otro gallo nos cantaría.
--