El coche define al alcalde

"Un alcalde tiene que usar coche oficial. Si no, no es alcalde". La frase, pronunciada por José Dimas Martín durante el pleno en el que se aprobó la moción de censura en su contra, describe todo un modo de entender la ...

4 de septiembre de 2009 (14:14 CET)

"Un alcalde tiene que usar coche oficial. Si no, no es alcalde". La frase, pronunciada por José Dimas Martín durante el pleno en el que se aprobó la moción de censura en su contra, describe todo un modo de entender la ...

"Un alcalde tiene que usar coche oficial. Si no, no es alcalde". La frase, pronunciada por José Dimas Martín durante el pleno en el que se aprobó la moción de censura en su contra, describe todo un modo de entender la política. Aunque anecdótica, parece una metáfora, un reflejo de lo que ha supuesto el gobierno del PIL en La Villa. Y no en estos dos últimos años, sino en las dos últimas décadas.

Es la herencia que dejó Dimas Martín, que gobernó Teguise como si fuera el imperio de Carlos I de España y V de Alemania, en el que nunca se ponía el sol. Pero el problema es que La Villa, antigua capital de la isla y repleta de atractivos y posibilidades, sólo es un municipio que pese a que ha multiplicado su población en los últimos años, actualmente sólo tiene unos 20.000 habitantes, y bastante tiene con resolver sus propios problemas, como para embarcarse en aventuras peligrosas o erigirse en mesías de la isla para resolver temas agrícolas, ganaderos o educativos.

La alegría con la que se ha manejado el dinero en los últimos 20 años, sólo ha conseguido dejar un inmenso agujero de deudas en el Ayuntamiento, que intentó abarcar muchísimo más de lo que podía. Y eso, sin contar la condena por malversación de fondos públicos contra el líder del PIL.

Sin duda, Dimas Martín consiguió hacerse fuerte en Teguise y desde ahí extendió su poder a toda la isla, pero ser alcalde de la La Villa no supone gobernar Lanzarote. Y para presidir un Ayuntamiento con 20.000 habitantes, ni se necesita coche oficial ni se puede pretender ser el salvador del universo y creador de un nuevo orden internacional que solvente los problemas del sector primario. Y menos aún, haciendo con... "imaginación" y "rebeldía", como dijo José Dimas Martín durante el pleno del último sábado, ya que todos los habitantes de la isla saben lo que eso ha significado.

Le molesta al ex alcalde que se diga que en los últimos años, lo único que se ha hecho es dilapidar dinero en el Complejo Agroindustrial. Pero después de más de una década viendo cómo se van anunciando y ejecutando inversiones en esas instalaciones, que se van haciendo viejas sin que ni la quesería, ni la bodega, ni ninguna otra de las obras prometidas hayan abierto sus puertas, resulta difícil encontrar otro término.

Invertir es destinar dinero a una obra que los vecinos pueden disfrutar o que viene a cubrir una necesidad. Pero meter dinero durante años en un fantasma que no ha vuelto a abrir sus puertas, y que se ha convertido en un saco sin fondo de gastos, por más que se empeñen José Dimas o el PIL en pleno, no es invertir. Eso es tomar el pelo a todos los ciudadanos de la isla, y sobre todo a los de Teguise, que en definitiva son los que pagan de su bolsillo estos delirios... o lo que quiera que sean.

Ahora, paradójicamente, el municipio afronta un cambio de gobierno, aunque con un alcalde al que conoce bien, pero que ahora está en las filas de CC. Y lo fundamental será que de verdad lleve una nueva forma de hacer política y de concebir el municipio, alejada del gobierno del PIL en el que Juan Pedro Hernández se mantuvo tantos años.

Quien gobierne Teguise, debería dejar que cada institución asuma sus propias responsabilidades. Preocuparse de aquello que realmente está en sus manos resolver, y poner el grito en el cielo cuando las administraciones competentes no den solución a lo que les corresponde. Debería dejar para Berlusconi los coches y los jets privados, y centrarse en dar solución a los verdaderos problemas de su municipio.

Porque mientras no pueda hacer algo tan simple como tener limpia la playa de Famara, por poner un ejemplo básico de las carencias que ha mostrado el municipio en los últimos tiempos, el Ayuntamiento difícilmente se va a poder lanzar a otras metas tan desorbitadas como turbias, que lo único que han conseguido es llevar al borde de la ruina al Consistorio, y a prisión a Dimas Martín.

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