Voto con ilusión

Diego Arrebola Gómez
26 de mayo de 2014 (23:33 CET)

Tengo 60 años y desde que se reinstauró la democracia en España he acudido a todos los comicios electorales. En las primeras ocasiones votaba con ilusión porque entendía que la democracia recién estrenada supondría una mejora sustancial de nuestras vidas. Con el tiempo se fue apoderando de mí el desencanto y ya solo lo hacía por lo que entendía era evitar males mayores.

En estas elecciones estaba indeciso con la postura  a tomar hasta que tuve noticias de Podemos. Visité su página web y vi cuáles eran sus propuestas, los puntos que se comprometían cumplir sus diputados, su manera de funcionar y de entender la política y su contabilidad transparente expuesta en Internet hasta el más mínimo detalle. Aquello captó mi atención como algo diferente, como un soplo de aire fresco que llevaba esperando mucho tiempo y que en gran parte coincidía con mis aspiraciones. El domingo volví a sentir la sensación, ya casi olvidada, de votar con ilusión.

No soy de los que piensan que todos los partidos son iguales. En mi opinión las mejoras que se han experimentado se las debemos muchísimo más a la izquierda que a la derecha. Tampoco creo que lo sean todos los políticos, ni siquiera considero iguales a los de un mismo partido. En el fondo siempre hay una responsabilidad individual en cada uno de nosotros que es lo que nos hace diferentes.

Pero no es menos cierto que la situación a la que hemos llegado no tiene solución si seguimos con el estado de cosas actual. Necesitamos cambios de calado y no mera cosmética. La Ley Electoral es injusta, no se tocan los paraísos fiscales, la corrupción campa a sus anchas sin que se le persiga en serio, los poderosos apenas pagan impuestos, los partidos políticos no tienen obligación legal de cumplir sus programas, sus sueldos no siguen el mismo baremo del sueldo base, los derechos reconocidos en la constitución de vivienda, trabajo, educación… se están convirtiendo en papel mojado, existen privilegios, no hay transparencia y cuando llega una crisis  de este sistema capitalista nos toca pagarla a los más débiles y  a los que no somos responsables de su creación, apretándonos el cinturón y perdiendo derechos que tanto había conseguido conquistar.

Y ante la falta de respuesta de los partidos, la gente ha comprendido que la única manera de conseguir algo es poniéndose manos a la obra y luchar por lo que nos corresponde. Así surge el 15M, las diferentes mareas, la PAH, la lucha de los preferentistas, etc.

Y mientras tanto los partidos políticos tradicionales, cual Seat 600 en época de coches electrónicos, creyendo que seguimos analfabetos, menores de edad y que todo se arregla con su labia del bla, bla, bla ambiguo sin decir nada, engañando y echando las culpas siempre al de enfrente.

También reconozco que el mundo no lo han hecho así los marcianos, y que toda la responsabilidad no es de los políticos, una parte corresponde a cada uno de nosotros, tanto por lo que hacemos como por lo que no.

Ante todo esto quise sumar mi voto a este soplo a ver si logramos, con el esfuerzo de muchos, que se convierta en brisa, viento y en huracán que con el tiempo (aunque sea mucho y yo ya no lo vea) alumbre poco a poco algo nuevo.

Diego Arrebola Gómez

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