Decadencia y esperanza de la cultura en Lanzarote

14 de septiembre de 2020 (11:09 CET)

Hace unas semanas el escritor Alberto Omar Walls me regaló un cartel original de la inauguración del Teatro-Laboratorio “El Almacén” de Arrecife. La inauguración se produjo con una obra titulada La estatua y el perro que él dirigía y que fue representada por el grupo teatral de sordomudos “Los Ambulantes” entre el 16 y el 19 de marzo de 1974.

En 1974, al final de la larga dictadura franquista, el país se encontraba en una etapa efervescente, donde se percibían ansias de cambio, de modernización y en las islas la influencia del turismo había traído nuevos referentes sociales y culturales. Ahora lo vemos como un tiempo feliz, que, sin duda, también hemos idealizado, donde César Manrique y otros artistas e intelectuales convirtieron Lanzarote en vanguardia del arte y la cultura dentro de nuestro país.

Es curioso que los tiempos pasados puedan parecernos más modernos que los presentes. Hoy nos queda el legado de esa época, pero ese ambiente tan bohemio e interesante, incluso me permitiría definirlo como “excitante”, no existe más que en el recuerdo. Y no es que no haya pintores, escritores, narradores orales, artistas y creadores muy interesantes en Lanzarote. Por supuesto que los hay. Lo que falta (o faltaba) en el ámbito cultural es Comunidad y una articulación o intervención más eficaz, amistosa, incluso festiva, que generara más repercusión en la sociedad en general y que contara con el apoyo decidido de las administraciones públicas, especialmente Cabildo y Ayuntamientos que debieran considerar la Cultura como un recurso fundamental para el desarrollo.

Lamentablemente esto no siempre ha sido así y hemos visto cómo últimamente se ha aprovechado la situación de pandemia y crisis económica para justificar el cierre de la sala de exposiciones conocida como “Museo Arqueológico de Lanzarote” por parte del Cabildo, en lugar de apostar decididamente por la creación de un auténtico museo tan necesario, entre otros desaciertos políticos.

Además las personas que viven alrededor del ámbito cultural en Lanzarote actualmente se encuentran en una situación complicada, muy difícil, como en la mayoría de los sectores económicos. Pero es que las medidas sanitarias han sido especialmente restrictivas para la organización de eventos y proyectos culturales y resulta urgente revisar esta normativa.

A pesar de todo, durante los últimos días he visto un rayito de esperanza en la prensa, hemos podido leer en los medios de comunicación cómo se ha creado una plataforma, un grupo de trabajo en el que forman parte asociaciones, eventos y empresas del sector cultural para afrontar la difícil situación sanitaria y poder seguir ofreciendo en Lanzarote propuestas culturales seguras y de calidad. Además con ideas tan generosas cómo destinar parte de la recaudación de algunas de sus actividades para asuntos sociales, algo que me parece una excelente idea. Creo que es una buena noticia esta unión y ojalá perdure en el tiempo, porque podría crear sinergias y una nueva etapa de esplendor en el ámbito cultural insular.

Hemos asistido durante el confinamiento al debate sobre sí la cultura es un bien de primera necesidad o no. Es absurdo negar que sin la lectura, sin la música, sin el cine, sin las series… una permanencia en casa a largo término hubiera resultado absolutamente demencial e insoportable. Obviamente no es más importante que comer, pero la cultura también alimenta en un sentido fundamental. Me niego a conformarme con la mediocridad y lo inevitable, estoy seguro de que los mejores tiempos siempre están por llegar y creo que es necesario apoyar y aplaudir, en la medida de las posibilidades de cada uno, la unión del sector cultural de la isla porque ello contribuirá a mejorar la sociedad.

 

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