Cuando la Solidaridad Gana

23 de julio de 2025 (14:21 WEST)

Todavía recuerdo el primer día que coincidí con Lorena Curbelo. Aquel septiembre era raro… Cerraba una etapa de mi vida para entrar en otra que nunca habría imaginado. 

Fue una tarde en Costa Teguise, invitado gracias a un antiguo profesor —y hoy gran amigo—, Pablo Martín, a un evento de la asociación de escritores de la que ambos formamos parte: ACTE. 

Y allí estaba ella, con esa sonrisa que desarma y una bondad que se nota a distancia. Presentaba su precioso libro, La Oruga de Color Rosa. Primero habló de su historia personal, llevándonos hasta Mala, Haría, y luego nos adentró en el universo de esa pequeña oruga. Una historia tan llena de ternura y mensaje que me sacó alguna lágrima. 

Después llegó mi turno. Cambié totalmente el tono, hablando sobre el bullying y cómo me llevó a escribir mi nueva obra. Al cerrar mi intervención, no pude evitar hacer un símil con la oruga que, como yo, también había pasado por su metamorfosis. 

Fue justo después cuando empezamos a hablar. Al principio por pura casualidad —preguntándonos si conocía a mi madre, ya que ambas son del norte— y después, ya metidos en literatura, la conversación fluyó sola. Desde ese instante sentí que su forma de ver el mundo rompía esa imagen gris y egoísta que yo venía arrastrando. Era como si su bondad abriera una rendija por donde volvía a entrar un poco de luz. 

Nos despedimos con un “hasta la próxima”. Y esa próxima no tardó. 

El 13 de octubre, en la Feria del Libro de La Laguna, volvimos a encontrarnos. Allí volvió a hablar de su obra, de cómo la solidaridad es el hilo conductor de sus páginas. Y como siempre, su sonrisa ayudaba a que el mensaje llegará más lejos, tocando corazones. Fue también en ese evento donde descubrimos que su hermano y su hermana me habían dado clases particulares cuando yo era niño. Qué pequeño es el mundo, pensé. 

Al terminar la feria, lo supe: ya no sólo la admiraba como escritora. Lorena había pasado a formar parte de mi “Muro de la Fama” personal, ese rincón donde uno guarda a las personas que marcan, que inspiran, que de verdad hacen del mundo un lugar mejor. 

Desde ese octubre, Lorena Curbelo no ha dejado de florecer. Su obra ha ganado visibilidad, ha recibido el apoyo de figuras como Kiko Barroso, Tomás Galván, además de medios como la Radio Insular de Fuerteventura; y cada paso que da parece estar guiado por ese compromiso con lo humano, con lo sensible, con lo que de verdad importa. 

Porque Lorena no es solo escritora. Es ese tipo de persona que te entrega algo pequeño y logra que lo veas como algo especial. Es, sin duda, el soplo de aire fresco que este mundo necesita para empezar a mover el molino de la solidaridad. 

Desde aquí quiero darle mi más sincera enhorabuena: a la escritora brillante, a la persona luminosa, y a la amiga generosa. Ojalá este solo sea el principio de todo lo que el futuro tiene preparado para su nombre… uno que, sin duda, ya empieza a escribirse en los libros de historia insular.

 

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