Bajo la dirección de Carlos Battaglini, el Festival de Literatura de Lanzarote ha pasado, en apenas tres ediciones, de ser una intuición luminosa a convertirse en un territorio: ha logrado unir la literatura contemporánea con la vida cotidiana de la isla, acercar la lectura a quienes quizá no la esperaban, y crear una cita donde el lector se reconoce parte de una comunidad.
En aquella primera edición, allá por el 2023, se sembró la idea de convertir la isla en isla literaria. Un anhelo compartido y tan sencillo como profundo. Llegaron entonces Marta Sanz, Andrés Neuman o Benjamin Prado. Un año después, en 2024, el Festival dio su segundo paso, más firme. Visitaron la isla, entre otros, Paulina Flores, Alberto Olmos o Marta Jiménez Serrano y todos ellos aportaron esa vibración inconfundible de lo que empieza a cuajar.
Y llegó este año, 2025. Algunas dificultades y, sin embargo, el Festival alcanzó la madurez sin perder la frescura del comienzo. Se desplazó al sur —Tías, Puerto del Carmen, Yaiza— y ha convocado voces de primer nivel como Fernando Aramburu, Cristina Fernández Cubas y, próximamente entre otros, Sergio del Molino y Mónica Ojeda, reafirmando la apuesta de Carlos Battaglini y el Festival por la cercanía y la conversación. La literatura, este año, camina entre los pueblos, respira con el viento, se mezcla con el rumor del mar.
Tres años, sí, pero tres años que son un relato de transformación: de la ilusión al compromiso. Battaglini ha sabido dar forma a un Festival que acerca la literatura al gran público y la deja atravesar por la luz y el silencio de la isla. Y en medio de esta travesía, una presencia que merece detener el pulso: Cristina Fernández Cubas, invitada estelar de esta tercera edición, para una charla titulada “El arte del cuento y la potencia de lo inquietante en la literatura” que disfrutamos ayer, 28 de octubre.
En un tiempo en que el cuento parecía relegado por la novela, ella lo elevó a un lugar de prestigio. Su dominio del ritmo, la elipsis y la sugerencia hace que cada relato funcione como un mecanismo preciso, pero a la vez respirado, con vida interior. Sabe dónde detenerse, qué callar y cuándo dejar que el lector complete la historia. Maestra indiscutible del relato
breve, Fernández Cubas transita ese filo donde lo cotidiano se abre a lo desconocido. En sus cuentos, lo inquietante se insinúa, como una grieta en la pared de lo visible. Ella misma ha dicho que: “toda buena historia guarda un misterio, algo que no se explica del todo y que, por eso mismo, nos acompaña”.
En Lanzarote la generosidad y simpatía de Fernández Cubas nos ha deslumbrado a quienes hemos tenido el placer de escucharla. Me ha parecido que su voz ha resonado con una naturalidad asombrosa aquí. Y es que, al fin y al cabo, hablar del misterio en la literatura es hablar del misterio de la isla: de sus contrastes, de su belleza que inquieta, de su silencio que interpela. Battaglini también lo sabe, y por eso la ha colocado en el corazón del programa. Fernández Cubas nos recuerda que escribir también es escuchar. Que cada cuento, cada frase, guarda una grieta por donde se cuela lo inexplicable. Y que, quizá, en esa grieta es donde empieza la verdadera literatura.
Carlos Battaglini y su Festival de Literatura de Lanzarote han logrado algo difícil: hacer converger la literatura contemporánea de alto nivel con la comunidad insular, con el acceso libre, con la cercanía entre autores y lectores y con la reflexión sobre quiénes somos, qué leemos y qué soñamos. Con el apoyo de los Ayuntamientos de Tías, Arrecife y Yaiza, y del Servicio de Publicaciones del Cabildo Insular de Lanzarote, el Festival se ha consolidado como un instrumento cultural de alcance real, que trasciende y proyecta la palabra desde la isla hacia el mundo. Solo queda, por lo tanto, felicitar y animar a continuar este proyecto maravilloso a su director y agradecer a Cristina Fernández Cubas que nos haya abierto un poco más el mundo con su presencia y, sobre todo, con ese precioso legado que son sus
cuentos.
