La Audiencia de Santa Cruz de Tenerife ha condenado a once años de cárcel a dos hombres por un intento de asesinato con alevosía del que fue víctima un hombre que vivía en una de las viviendas ocupadas del sur de la isla que los procesados pretendían desalojar.
Los dos encausados no podrán acercarse a menos de medio kilómetro a la víctima durante diez años tras salir de prisión y deben pagar 250.000 euros por las graves lesiones sufridas por el denunciante y otros 1.000 a su hija, a la que también agredieron, más la cantidad que se fije por las secuelas psíquicas.
Le golpearon varias veces con una barra de hierro
La Audiencia considera probado que sobre las ocho de la noche del 14 de febrero de 2023, los dos acusados se pusieron de acuerdo y de forma agresiva acudieron al encuentro de la víctima cuando salía de una vivienda ocupada en Arona, llevando una barra o un objeto contundente de hierro.
Con este instrumento golpearon de forma súbita en la cabeza del agredido y cuando cayó al suelo, sin poder defenderse, continuaron pegándole con fuerza, tanto con la mano como con las piernas, llegando a agarrarle con fuerza el cuello.
Como consecuencia, el hombre sufrió lesiones que consistieron en varias fracturas en la cabeza, golpes en el costado para cuya curación precisó ser operado y sometido a rehabilitación, tardando 732 días en curarse, aunque aún padece debilidad en el brazo derecho y algunas cicatrices.
La hija recibió un fuerte golpe en el hombro izquierdo cuando intentó detener la agresión y si bien no requirió tratamiento médico ni quirúrgico, tardó 20 días en curarse, quedándole aún secuelas psicológicas y psiquiátricas.
El objetivo: desalojar y controlar el inmueble
El motivo del ataque, según las investigaciones de la Guardia Civil, tendría su origen en que los acusados pretendían desalojar y controlar el inmueble para su propio uso o el de terceros.
Los dos acusados fueron identificados sin ningún género de dudas por los agredidos a través de fotografías, ruedas de reconocimiento y en el juicio.
Además, el teléfono de uno de ellos lo ubica en ese lugar y hora de la agresión, y el del otro permanecía apagado.
La hija recuerda que aquel día su padre mantuvo una breve conversación con ambos fuera de la casa, que estaban furiosos, que uno de ellos llevaba un hierro en la mano, que fue el que primero lo golpeó aunque luego lo hicieron los dos a la vez, que intentaron asfixiarlo y se detuvieron cuando apareció la persona que gestionaba la vivienda.
Un grupo que controlaba viviendas ocupadas
La investigación determinó que tras la agresión estaría un grupo de personas que controlaban viviendas ocupadas por las que llegaban a cobrar 300 euros mensuales sin descartar que se utilizaran métodos violentos en su desalojo.
La víctima confesó que a lo largo de varios meses olvidó lo ocurrido por la cantidad de pastillas que debió tomar aunque pudo irlo recordando poco a poco hasta que al final ve la cara de los acusados “a cada momento”, y por ello recorrió 14.000 kilómetros desde Venezuela para asistir a la vista oral.
La Audiencia abre la posibilidad de que se pueda estar ante el delito de falso testimonio de uno de los testigos por declarar que no recordaba nada ni conocía la casa donde ocurrieron los hechos, lo que fue desmentido por la Guardia Civil.








