Fotos:Sergio Betancort
En el número 15 de la calle Cherne de Playa Blanca se puede palpar este lunes el nerviosismo. Allí vive María Deiva con uno de sus hijos, menor de edad, mientras espera ser desahuciada en apenas unas horas. "Llevo toda la mañana enferma, la cabeza, yendo al baño de los nervios... Discúlpame si no me puedo expresar como debería, pero no puedo más", se excusa educadamente al teléfono. Varios miembros de la Plataforma Afectados por las Hipotecas de Lanzarote y algunos de sus amigos más allegados se han acercado hasta su casa para acompañarla en un momento "tan difícil".
María tiene una deuda de 34.000 euros con el banco Santander. La última vez que habló con la entidad fue la pasada semana. "Me vine contenta porque dijeron que me iban a quitar la deuda. Y ya por la tarde me vino otro recibo, diciendo que tengo una deuda de 34.000 euros. Entonces llamé a las chicas de la PAH; y me dijeron que no me puede quedar deuda", explica.
Esta madre y abuela de origen colombiano asegura que estaba "dispuesta a pagar la deuda", pero "ellos no quisieron". "Yo he querido pagar la deuda, quise pagar en su momento la deuda, pero no quisieron. Les dije, 'mira, te doy mil euros, mil euros mensuales', llorándole al abogado del banco Santander, pero no quisieron", relata. "Yo les dije que les pagaba esos mil euros mensuales, como fuera, para no quitarme la casa y ellos no quisieron", recuerda.
María se siente ahora engañada. "Ellos me dijeron que me quitaban la deuda y yo dije bueno, firmo (el desahucio) y ya me quito la deuda. Pero no he podido, ellos no han querido", continúa. "Todo ha sido mentira, me han engañado", afirma María, que asegura que hubiese abandonado su casa si con ello la deuda hubiese quedado saldada.
Ahora, sin embargo, con "un hijo y una nietecita" a cargo, se pregunta cómo puede hacer frente al pago de la deuda y, a su vez, de otro alquiler. "¿A dónde voy con esa deuda? ¿Cómo pago eso?", se cuestiona. Cuando llegue el momento, María lo tiene claro: "Estamos en la lucha, yo no me puedo ir". El objetivo, pues, es resistir, con una meta en mente. "Lo que queremos es que me condonen la deuda. Y a ver qué nos dicen, porque ellos no me han llamado ni me han dicho nada".