Denunciaron la desaparición de sus hijas ante la policía pero fueron las propias familias las que acabaron encontrando sus cadáveres semienterrados en algún punto de Lanzarote. Los cuerpos de Jasmila, Juliza y Cathaysa, las tres jóvenes asesinadas entre 2006 y 2007 no fueron hallados por los cuerpos de seguridad del Estado, sino por sus allegados.
El caso de Cathaysa Rodríguez fue, si cabe, aún más estremecedor. Desaparecida en noviembre de 2006, su madre encontró su cuerpo sin vida en un maletero de un vehículo en Arrecife en abril de 2007, tras recabar pruebas por su cuenta durante todos estos meses. Con la ayuda de su marido y su cuñado, Esther Rodríguez, investigó sin tregua el posible paradero de su hija hasta que, desgraciadamente, dio con su cadáver.
La joven de 22 años Jasmila Arrocha, por su parte, también fue hallada por sus familiares y sus amigas, después de que se cumplieran cuatro días desde su desaparición. Encontraron su cuerpo, que presentaba diversos traumatismos en la cabeza como consecuencia de haber recibido fuertes golpes, junto a un montón de tierra situado entre la trasera del cementerio municipal de Arrecife y el vertedero de Zonzamas.
El de Juliza Pérez, la joven dominicana asesinada por su padrastro, fue hallado por un vecino que paseaba con su perro por las inmediaciones del basurero de Arrecife.
