La propiedad ha dado cumplimiento al desalojo tapando los accesos con muros y alambradas. 50 peronas se han quedado sin techo y sólo 15 han sido reubicadas. Ahora viven en los alrededores de un recinto vedado

Cierran el "albergue" de La Rocar

"Llegué en patera. He trabajado clandestinamente en La Geria, he estado en la construcción. Lo que sea, hasta que conseguí mis papeles. Me costó ir a Las Palmas a cogerlos y ahora, después de ocho años aquí, ¿qué ...

5 de marzo de 2008 (13:42 CET)
Cierran el albergue de La Rocar
Cierran el albergue de La Rocar

"Llegué en patera. He trabajado clandestinamente en La Geria, he estado en la construcción. Lo que sea, hasta que conseguí mis papeles. Me costó ir a Las Palmas a cogerlos y ahora, después de ocho años aquí, ¿qué hago? ¿Vuelvo a El Aiún (Sáhara Occidental)? Allí no tengo nada", dice uno de los antiguos inquilinos que prefiere no dar su nombre. Sólo su edad. 27 años y un futuro de incertidumbre. Porque no contempla la posibilidad de volver a su país de origen.

Es una de las opciones que ofrece el Consistorio comprome-tiéndose a costear el billete de vuelta y a contactar con los familiares. También facilitan estancias en albergues públicos, pero en la península. Aquí en Lanzarote no existen. Y, de momento, Servicios Sociales solamente ha conseguido reubicar a 15 personas. El resto vaga y cocina a la intemperie en la capital de Lanzarote.

"Prohibido el paso"

El pasado lunes la propiedad dio su último aviso para dar cumplimiento al decreto de "ruina inminente" y, por tanto, al desalojo, que firmó Antonio Hernández en el mes de noviembre, como primer paso a la recuperación del Islote del Francés y que conlleva la demolición de las antiguas naves conserveras que se mantienen en ruinas.

Los propietarios de La Rocar han cubierto todos los posibles accesos con muros y alambradas y han comenzado a derribar pequeñas chabolas construidas en su interior. Pese a que llevan meses anunciando el desalojo "inminente", que ha llegado con meses de retraso, algunos aseguran que les "pilló desprevenidos". Que viene el lobo y el lobo llegó en forma de tapia. "Tengo compañeros que se dejaron comida y ropa atrapadas dentro", comentan quienes se refugían ahora en los rincones exteriores de La Rocar.

Emilia Perdomo, concejal de Servicios Sociales, reconoce que se lo han "tomado muy mal", y que el Ayuntamiento tan sólo ha podido actuar cuando han estado fuera de los límites de la propiedad, pero no pueden "obligar a nadie a marcharse". Porque, al parecer, es la única solución. La labor del Consistorio se limita a facilitar el desplazamiento fuera de la isla a las personas sin techo, cuando ha quedado cerrado el único "albergue", al uso, - sólo Cáritas tiene 12 camas, habitualmente ocupadas - que había en Lanzarote.

EL VINO Y LA ESPERA

Mira fijamente la mar, aunque podría estar mirando la nada. No enfoca. Pero es lo único que tiene que hacer este miércoles a las siete de la tarde. Sentarse sobre una piedra, impertérrito, a espaldas de lo que ha sido su casa durante "tres o cuatro años". Y tomar vino. Podría estar buscando un sitio donde pasar la noche. No es que no le preocupe volver a dormir por segundo día a la intemperie - "creo que estoy resfriado" - es que está a la espera de que su amigo lo acoja cuando caiga la noche. "¿Mañana? No sé qué haré."

Rehuye las fotos. No tiene nombre, ni quiere identidad. "Mi familia podría saber dónde estoy y ¿para qué?". Se describe como un estorbo. "Ellos tienen hijos, una casa, ¿a qué voy a ir a pedirles ayuda? Ya tienen suficiente". Son 20 años en Lanzarote. Consigue pronunciar un español sin apenas acento marroquí. Lidió con los fogones como cocinero en Puerto del Carmen. Ahora no puede trabajar. O eso afirma mientras se recoge el pantalón y enseña las varices. "Y el riñón, lo tengo mal".

Cuando se le pregunta por el resto de sus compañeros que habitaban hasta el lunes en La Rocar, señala al infinito. "Allí hay algunos". Cerca de la costa otro joven de 25 años consume casi con desesperación un cartón de vino ? "por las noches quita el frío"- y lo enseña con orgullo al objetivo de la cámara. Sólo el vino. Él tampoco quiere identidad.

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