"Un sábado por la mañana, muy temprano, se despertó mi hija de seis años llorando con dolor de oídos. No se me ocurrió mejor idea que llevarle al Servicio de Urgencias de Valterra, no sin antes haberle dado un analgésico y haber esperado dos horas. Ya en la consulta, le expliqué a la doctora que mi hija tiene intolerancia al augmentine. Me hizo una receta y fui a comprar el medicamento, pero todas las farmacias de Arrecife estaban cerradas menos la de guardia, pese a que era un sábado normal. Llegué a casa y administré a mi hija la medicación. A los diez minutos, mi niña empezó a vomitar, luego a tener fiebre de hasta 39 grados de temperatura.
En ese momento eran las 14.00 horas. A las 21.00 horas todavía no le había cesado ni la fiebre, ni los vómitos, así que le llevé al Hospital General, donde atendieron a la niña estupendamente y me explicaron que en Valterra me habían dado un medicamento igual que el augmentine. Esto provocó que la niña se pusiera tan mala. Por ello, me recetaron unas gotitas y un jarabe.
Así, me fui a la farmacia de guardia, a León y Castillo número 181, y me dijo el farmacéutico que no tenía el antibiótico, que esperara a mañana y que no me podía dar las gotitas, porque estaban en la misma receta y se tenía que quedar con ella. Ya muy enfadada le dije que no era mi problema, que me vendiera las gotas y me firmara la receta. Me dijo que buscara el antibiótico por la isla, como si éste fuera un tesoro.
Ya era medianoche, me fui a casa llorando de la rabia y, muy exhausta, me pregunté por qué no se surte la farmacia de guardia de medicamentos vitales. ¿Por qué en Arrecife con toda la cantidad de habitantes que hay no abren dos farmacias de guardia? ¿Por qué en urgencias no le dieron un antibiótico a la niña para que pasara la noche? ¿Por qué los médicos no se aseguran antes de recetar una medicación? ¿Y si yo pierdo a mi hija por sólo un dolor de oídos? Por supuesto que pondré una denuncia".
