"Fue una madrugada espectacular. Mi marido y yo alucinabamos, a parte de los fogonazos, por los ruidos. En Canarias (por lo menos a mí), cuando era pequeña, para quitarnos el susto, nos decían que San Pedro y San Juan la mano se dan. Creemos que esa noche, más que darse las manos se estaban abrazando".