Vaya Plan

El Plan General de Arrecife ha conseguido superarse a sí mismo, y esta vez ha logrado dividir hasta a dos partidos que en principio compartían un objetivo común con respecto a este polémico documento: revocarlo de inmediato. ...

16 de octubre de 2007 (05:56 CET)

El Plan General de Arrecife ha conseguido superarse a sí mismo, y esta vez ha logrado dividir hasta a dos partidos que en principio compartían un objetivo común con respecto a este polémico documento: revocarlo de inmediato. ...

El Plan General de Arrecife ha conseguido superarse a sí mismo, y esta vez ha logrado dividir hasta a dos partidos que en principio compartían un objetivo común con respecto a este polémico documento: revocarlo de inmediato. Auque lo cierto es que desde que arrancó esta nueva legislatura, empezó a quedar claro que algo no andaba bien. Y es que aunque PSOE y PIL habían prometido que tumbarían el PGOU en 48 horas, lo cierto es que iban pasando los meses sin que se tomara esta medida. Por eso, el cruce de declaraciones y hasta acusaciones que ha habido en los últimos días entre el alcalde de Arrecife, Enrique Pérez Parrilla, y el teniente alcalde y concejal de Urbanismo, Antonio Hernández (o lo que es lo mismo, entre el PSOE y el PIL), parece la punta de un iceberg que venía formándose desde hace tiempo.

Y una vez más, vuelve a estar sobre la mesa la palabra que ha acompañado a este Plan desde hace años: "presiones". Unos y otros se han ido acusando de recibirlas mientras el documento rompía pactos y desencadenaba crisis en partidos políticos. La más sonada la del PIL, y la más reciente la del Partido Socialista, que terminó con la expulsión de tres concejales de este partido en Arrecife. Ahora, es Antonio Hernández el que plantea que Pérez Parrilla podría estar siendo presionado para mantenerse en la idea de revocar el PGOU, mientras que desde otros sectores creen que es precisamente el PIL quien está recibiendo órdenes del propio Dimas Martín para modificar su postura.

Pero lo concreto es que una vez más, los ciudadanos de esta isla están asistiendo perplejos a otra batalla generada por este documento que, para ser realistas, sólo preocupa realmente a empresarios y grandes propietarios del suelo, y a vecinos de determinadas zonas como Morro Angelito, que siguen desconfiando de las promesas de solución que escucharon incluso del anterior grupo de gobierno.

Pero para la mayoría de los mortales, el Plan General de Arrecife es un gran misterio que, en todo caso, lo único que genera es desconfianza, precisamente por todas las cabezas y pactos que han rodado durante su tramitación, y porque es inevitable asociarlo a la palabra "presiones" que tanto se han arrojado unos y otros.

Por eso, a estas alturas lo más necesario sería poner un poco de cordura, pero también de celeridad. Tanto si se va a empezar desde cero como si se van a introducir "modificaciones sustanciales" en el texto que ya existe, habría que ponerse manos a la obra cuanto antes, porque Arrecife no puede seguir esperando. Y más necesario aún sería intentar alcanzar por fin un mínimo grado de consenso, aunque sea dentro del Grupo de Gobierno.

Obviamente, ante un documento de este tipo, sobre el que además ha llovido tanto, resultaría imposible alcanzar un acuerdo unánime de todos los grupos, pero al menos sí debería contar con un respaldo mayoritario. Sobre todo si se va a redactar un nuevo texto, ya que sería un proceso de al menos tres o cuatro años, con lo que la tramitación podría coincidir con la próxima legislatura y existiría el riesgo de que se repitiera la situación actual, con un nuevo grupo de gobierno que también considere inservible el planeamiento que se ha realizado.

Por eso, Enrique Pérez Parrilla y Antonio Hernández, el PSOE y el PIL, deberían aprender de los errores de los anteriores grupos de gobierno de Arrecife e intentar entenderse, por un lado, entre ellos, y por otro, con la oposición, o al menos con parte de ella. Pero para conseguirlo, es necesario que todos dejen de lado la crispación, la demagogia y el fuego cruzado, porque nada es tan blanco ni tan negro.

De hecho, eso se refleja en el cambio de postura de Antonio Hernández, que pese a su promesa electoral, ahora apuesta por no revocar el documento y limitarse a introducir los cambios necesarios, apelando a la responsabilidad y asegurando que eso ahorrará tiempo y dinero. Y aunque esas declaraciones que realizó en Radio Lanzarote han levantado ampollas en muchos sectores, lo de menos es que incumpla con lo que prometió en campaña. Lo realmente importante es que refleja que en su momento se hicieron declaraciones y promesas sin pleno conocimiento de los hechos. Y eso es extensible a muchos otros.

Por eso, y aunque parezca pedir milagros, por una vez sería necesario aparcar las broncas de partidos y centrarse en las necesidades de Arrecife. Si realmente los actuales gobernantes creen que el documento es malo para la ciudad, pues que se empiece de cero sin tener en cuenta el dinero perdido, porque si no se caería en el doble error de pagarlo y además tener que sufrirlo en la capital. Y si con el asesoramiento técnico llegan a la conclusión de que se puede aprovechar al menos la base del texto e introducir esas "modificaciones sustanciales" que ahora defiende el PIL, pues que las aborden cuanto antes. Porque si no consiguen ponerse de acuerdo ni en el camino a seguir para solventar los problemas que encuentran en el PGOU, menos aún se va a lograr un consenso para definir después los cambios necesarios o el futuro diseño de la ciudad.

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