Una lucha desigual

Con 55 años y una profunda depresión que le lleva a sentir que la vida se ha acabado para ella, tiene muy claro dónde está el origen de sus males: en un medicamento que le recetaron para terminar con los sofocos que padecía ...

6 de junio de 2008 (10:08 CET)

Con 55 años y una profunda depresión que le lleva a sentir que la vida se ha acabado para ella, tiene muy claro dónde está el origen de sus males: en un medicamento que le recetaron para terminar con los sofocos que padecía ...

Con 55 años y una profunda depresión que le lleva a sentir que la vida se ha acabado para ella, tiene muy claro dónde está el origen de sus males: en un medicamento que le recetaron para terminar con los sofocos que padecía por la menopausia. Puede que esta lanzaroteña tenga razón, o puede que no. Será la Justicia la que se encargue de determinarlo, ya que al igual que cientos de mujeres en toda España, ha interpuesto una demanda contra la empresa farmacéutica que comercializaba este producto. Pero de momento, sobre la mesa hay hechos objetivos que muestran que tanto ella como muchísimas mujeres han estado totalmente desprotegidas. Porque después de que sus médicos les recetaran este fármaco, vieron cómo se retiraba del mercado al demostrarse que sus efectos secundarios podían ser mayores que el beneficio que causaba.

De momento, más de 300 mujeres han perdido esos procesos, porque no se consideró probada la relación causa-efecto entre las dolencias que aseguran que empezaron a padecer y el consumo de esta medicación. Sin embargo, tres mujeres han conseguido que se les dé la razón. Han logrado que un juzgado diga claramente que el Agreal les causó efectos secundarios que arrastran a día de hoy. Aunque esos efectos secundarios valgan poco más de 7.000 euros, porque no se admitió la totalidad de los argumentos en los que basaban su demanda.

En cualquier caso, y aunque tres demandas estimadas entre más de 300 pueda parecer un porcentaje casi ridículo, lo cierto es que no deja de ser todo un signo, si se tiene en cuenta que no se trata de una lucha de igual a igual. Los que aquí se están enfrentando son mujeres de cierta edad, muchas de ellas amas de casa, y el imperio de una empresa multinacional. Y nada menos que perteneciente a la industria farmacéutica, que mueve cientos de miles de millones de euros anuales en el mundo.

Por eso, aunque porcentualmente sea poco significativo, lo cierto es que es un logro para ellas haber conseguido que una sentencia diga claramente que el consumo del medicamento les produjo "efectos secundarios (reacciones adversas) no previstos en el prospecto con el cual venía siendo comercializado en España, a consecuencia de lo cual han sufrido daños en su salud física o psíquica".

Ahora, todos los procesos siguen abiertos porque las demandas que se desestimaron han sido recurridas por las afectadas, mientras que la compañía ha hecho lo propio con las que terminaron en condena. Y a ellas se sumará próximamente el juicio por otras 70 demandas, entre las que se encuentra la de una lanzaroteña.

De esta forma, aterriza en la isla un caso que hasta ahora no había tenido repercusión mediática en Lanzarote, pero pone sobre la mesa un debate que afecta a muchas mujeres y, en general, a toda la ciudadanía que cuando consume un medicamento, lo hace pensando que le va a curar, y no a causar una nueva patología. A todos los que confían en que si un medicamento está en el mercado, ha pasado todos los controles y las pruebas para determinar sus propiedades y sus riesgos.

Y es que independientemente de que las mujeres denunciantes puedan demostrar que sus problemas de depresión, parkinson y otras dolencias estén asociadas al consumo del Agreal, lo cierto es que el hecho objetivo es que la propia Agencia Española del Médicamente suspendió la comercialización de este fármaco en el año 2005, y que posteriormente hizo lo mismo la Agencia Europea del Medicamento, reconociendo que los riesgos asociados a su uso "pesan más que los efectos beneficiosos limitados", ya que "tras su consumo se han notificado casos como el síndrome de parkinson, depresión, ansiedad y síndrome de abstinencia". Y pese a todo ello, estuvo más de 20 años en el mercado.

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