Como responsable de la gestión cultural municipal, me siento orgullosa y agradecida por ser Arrecife, desde hace 13 años, la única capital de Canarias que ofrece a sus vecinos y vecinas y a sus visitantes la posibilidad de admirar la ...
Como responsable de la gestión cultural municipal, me siento orgullosa y agradecida por ser Arrecife, desde hace 13 años, la única capital de Canarias que ofrece a sus vecinos y vecinas y a sus visitantes la posibilidad de admirar la exposición de la World Press Photo; un catálogo de imágenes estremecedor por su sinceridad, que nos arrojan a la cara y a la conciencia los mejores fotógrafos de prensa del mundo.
La calidad técnica de las fotos seleccionadas es indudable. Incluso el público neófito se siente impactado ante lo arriesgado de los encuadres, la belleza del colorido o la nitidez informativa del mensaje. No en vano participan en este certamen de fotografía de prensa los profesionales y agencias más prestigiosos del planeta.
Pero mas allá de estas cuestiones, la World Press Photo es una llamada a la reflexión sobre el mundo que estamos construyendo, o quizá debiera decir el mundo que estamos destruyendo.
Rápidamente captan nuestra atención los retratos heroicos de deportistas superando los límites de lo posible. O las escenas de la naturaleza, de un mundo animal que nunca deja de sorprendernos. O instantes de rutina, nunca imaginada por las mentes occidentales, en cualquier rincón ignoto de la Tierra.
Pero cada nuevo año, aumenta el peso de las imágenes bélicas de violencia inconcebible, de pueblos arrasados por la enfermedad y la hambruna, de personas mutiladas, de niños empuñando armas como si fuera juguetes.
Y es esa parte más dura de la exposición la que cumple la misión primigenia del foto-reporterismo: Obligarnos a escapar por unos minutos de nuestros pequeños cosmos particulares y a dirigir la mirada más allá, a una realidad que convive en el tiempo con nuestro bienestar, nuestra comodidad y nuestros conflictos irrelevantes.
Confío en que la edición 2010 sirva a este propósito y respondamos a su invitación a reflexionar sobre cómo contribuir a hacer un mundo más justo y mejor para todos. Si lo pensamos, encontraremos mil modos de hacerlo posible.
*Eva de Anta, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Arrecife
